Es importante recordar que en esa fecha recién había acabado la primera guerra mundial, en la que el citado autor estuvo activo en las trincheras como enfermero y sacerdote (jesuita francés) capellán del ejército; dato significativo porque fue en ese contexto de guerra y sufrimiento humano en el que tuvo lúcidas inspiraciones para escribir este ensayo y después otros libros científicos y profundamente espirituales.
Su sólida investigación científica, antes y después de la guerra, y su original visión del ser humano con su antropología cósmica le han ayudado a descubrir el valor de la materia que concentra la energía y contiene potencia espiritual. La onda mística de Teilhar de Chardin le sumerge en una concepción dinámica de lo existente que supera el dualismo y nos une en y con el universo.
El gran filósofo René Descartes (siglo XVIII) con su propuesta dualista de entregar la materia a los científicos como objeto de investigación separada del espíritu cuya reflexión se le dejaba a la Iglesia, marcó con extraordinaria influencia el pensamiento occidental dejando una concepción de lo existente que no corresponde a la realidad según Teilhard de Chardin. Su original y entonces polémico ensayo empieza a ser comprendido y celebrado mundialmente por intelectuales, científicos y miembros de la Asociación Mundial de amigos de Pierre Teilhard de Chardin.
El Dr. Leandro Sequeiros, vicepresidente de dicha Asociación (Sección Española) en un excelente artículo de 28 páginas presentando este ensayo de Teilhard, dice que “una de las intuiciones más originales y polémicas de Pierre Teilhar de Chardin (1881-1955) es esta: la materia física incluye en su interior la capacidad potencial de expandirse, evolucionar y ascender hacia el espíritu. No hay escisión ontológica entre la materia y el espíritu, sino que ambas son etapas de un mismo proceso de complejificación y ascensión de la Materia hacia el Espíritu”. Esta intuición estaba ya presente en los escritos que Teilhard redactó en 1916 en pleno frente de batalla.
En 1883 Wilhelm Dilthey publicó su libro “Las ciencias del espíritu”, desde entonces, la propuesta de Descartes entró en crisis. La materia no tiene la exclusiva de la ciencia y la investigación científica. También el espíritu y las realidades, actividades, vivencias y experiencias espirituales pueden ser investigadas. Actualmente, además de las ciencias de la materia, existen las ciencias del espíritu.
Es más, ciencias del hombre como la genética hablan del gen especializado para lo trascendente (el llamado gen de Dios), cuyo descubrimiento da origen a la genética espiritual. Igualmente desde la neurología y la neurociencia se trabaja la neuroespiritualidad y desde la psicología sobre la psicología espiritual, desde la epistemología se desarrollan “Los tres ojos del conocimiento” incluyendo “El ojo del espíritu¨ de Ken Wilber¨y desde la antropología se investiga la antropología espiritual y la antropología teológica y religiosa y desde la historia se estudia la “Historia de la espiritualidad, etc.
Podemos decir que lo mismo que Gustave le Bon y Einstein descubrieron separadamente y casi al mismo tiempo la equivalencia entre materia y energía, de modo semejante la intuición de Teilhar de Chardin descubrió la potencia espiritual de la materia. De la energía de la materia se llegó a la energía atómica; de la potencia espiritual de la materia. ¿A dónde se podrá llegar?