La osadía y cinismo de los autores y responsables del “Primer Acuerdo” y consecuentemente del Proyecto Nacional de Transformación Educativa, son insólitos en la historia de la educación en Paraguay. Sorprendidos y escandalizados, rechazamos este presunto Primer Acuerdo porque:
El “enfoque de derechos, con su atractiva expresión, es una nueva estrategia y paradigma, aplicado al desarrollo humano. Significa que el desarrollo de toda persona debe enfocarse teniendo en cuenta los derechos humanos, en vez de hacerlo, como se venía haciendo, teniendo en cuenta solamente “las necesidades” de cada persona.
El Proyecto Nacional de Transformación Educativa destruye la pieza clave de la democracia en educación: elimina arbitrariamente las comunidades educativas, instituidas y exigidas por el artículo 76 de la Constitución Nacional y siete artículos de la Ley General de Educación.
El Proyecto Nacional de Transformación Educativa (PNTE) es un derroche y una pérdida de tiempo. En el Ministerio de Educación nunca se ha gastado tanto dinero durante cinco años para hacer algo inútil. Es inútil porque no solo no transforma, no corrige el más grave error e incluso delito del sistema educativo actual, sino que lo aumenta.
El Comité Estratégico, los gestores responsables de la producción del Proyecto Nacional de la Transformación de la Educación y el Ministerio de Educación y Ciencias han puesto en marcha el operativo de la etapa final de dicho Proyecto. Han contratado a la ONG “Instituto Desarrollo” para que elabore la Hoja de ruta y un proyecto de ley que respalde e imponga a todos los ciudadanos, con fuerza de ley, dicho Proyecto Nacional de Transformación Educativa.
El Proyecto Nacional de Transformación de la Educación (PNTE) es ilegal, subversivo, escandaloso e inaceptable. Tal como está planteado viola once artículos de la Constitución Nacional y treinta y tres en tres leyes. No soy juez y, por tanto, no puedo afirmar que el incumplimiento o violación de los artículos de la Constitución y las leyes, constituyen delito. Pero como profesional e investigador que analiza los hechos y los documentos, sí puedo afirmar que dicho análisis revela el incumplimiento de los cuarenta y cuatro artículos referidos. Sinceramente digo que me gustaría estar equivocado y que alguien me demuestre que mi análisis está errado, porque eso significaría que la educación nacional no está tan gravemente enferma como yo la veo.
Probablemente los asiduos lectores de mis artículos semanales en esta columna de ABC Color estén recordando algo de lo que compartí el 14 de marzo sobre “La ilegalidad de la educación del Estado” y lo que dije en el artículo “El gobierno de la educación del Estado” el 18 de abril, con cuya información de hechos evidentes, quedaron informados de la grave anomía y desacatos en que se mueven las autoridades educativas y sus funcionarios.
La antropología integral nos confirma que todo ser humano, toda persona, tiene cuatro dimensiones esenciales, que la constituyen como tal persona. Son tan esenciales que si falta una de esas cuatro dimensiones, ya no hay persona, no hay ser humano. Esas cuatro dimensiones son: la dimensión biológica corporal, la más evidente; la dimensión psicológica, es la que produce en el sujeto actividades que se generan en el cuerpo, pero no son el cuerpo, como pensar, recordar, decidir, amar, etc; la dimensión social, porque el ser humano es esencialmente un ser social, viene de la microsociedad de los padres, los necesita para existir, vive en familia y se relaciona con vecinos, conciudadanos, etc.; y finalmente la dimensión espiritual, que lo diferencia de los demás mamíferos y le da capacidad de trascender el tiempo, el espacio, la cultura de su comunidad, incluso a sí mismo.