Contra ruidos molestos: una ley que urge

Va camino a ser realidad una ley que muchos traemos naturalmente, sea por el temperamento y/o la educación que recibimos. El Paraguay de barrios con siestas renovadoras y obligatorias quedó atrás. Hoy, en nombre del supuesto desarrollo, la ciudad tiene su “concierto” diario. La solución de muchos –que pueden económicamente– fue el barrio cerrado, escapando de la inseguridad y del ruido popular (aunque dudo que lo hayan logrado).

audima

En los barrios céntricos y los más alejados de la capital, tenemos una infinidad de ruidos molestos durante todo el día, pueden ser continuos o intermitentes. El ruido lo mide un técnico en acústica y para el efecto se utiliza un decibelímetro o sonómetro. Aunque hoy día cualquiera puede bajar una aplicación en el celular, y sería muy útil, ya que para cualquier denuncia se le pide al ciudadano “algún video, foto, alguna prueba”.

Por fin se va a aprobar una ley oficial. El ministro Villamayor está en desacuerdo en que se involucre a la policía, aduce que no podrán cubrir todas las denuncias. Este es un planteamiento que desde hace siglos se hace desde la misma comisaría, sobre todo en el caso de la música en locales, autos, parlantes en la vereda. “No nos corresponde, eso es problema municipal”, te espetan. Vemos en la tele y lo sufrimos en el barrio, casos todos los días y no solos fines de semana o feriados; es una pésima costumbre que se instaló socialmente.

Ciertamente, hay que hacer también la denuncia en la Municipalidad, pero eso no libera a la policía de su deber de responder cuando se necesita la presencia de la autoridad; y si hicieran diaria y nocturnamente sus rondas mucho descontrol se evitaría. Y, por otro lado, en este caso de la música a alto volumen, tantos vecinos hacen la del avestruz “a mí no me molesta, yo pongo mi aire y duermo”, sin colaborar para crear condiciones de descanso para todos; esto también contribuye a la seguridad.

Los ruidos de motores, motos y autos también son molestos, pero como generalmente son al paso, quedan en la nada, no se denuncian.

La lista es larga, además de la música, los animales (perros y gatos en celo), sentarse a hablar fuerte en la calle a la madrugada, los días que hay partido: gritos, petardos y batucada; la radio a todo en el colectivo, etc.

No olvidemos que hay gente con hipersensibilidad al ruido, hay dolencias de las que jamás se habla ni se sabe. Hay muchos niños con poca tolerancia al ruido, por eso se asustan fácilmente o lloran cuando alguien alza la voz. Antes, muy antes, el descanso de un bebé, de un enfermo, de un anciano eran motivo suficiente para respetar; hoy no.

Tenemos que educarnos, ya que todos compartimos un espacio en común. Aquel que no respeta, no merece ser respetado, pero injustamente siempre lo es y jamás paga por sus acciones indebidas.

Primordial: siempre hay que agotar las buenas maneras, si no se puede erradicar de una vez, hacerlo de a poco, negociar, y si nada funciona, denunciar, mejor si se hace en grupo.

La Ley no tiene el fin de castigar sino de educar y concienciar, ¿a cuánto estaremos de esta urgente necesidad?

lperalta@abc.com.py

Lo
más leído
del día