Los carroñeros de Luque

La tranquila mañana del martes 12 de noviembre en la casa de Ramón González Daher y la de su hijo, Fernando González Karjallo, fue irrumpida por una comitiva fiscal encabezada por Osmar Legal. Buscaban todo lo relacionado a usura y lavado de dinero, hechos punibles por los que fueron denunciados padre e hijo.

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Ambos forman parte de la “intocable” familia de la ciudad de Luque: González Daher. El primero es hermano del exsenador Óscar González Daher imputado junto con su hijo, Rubén González Chaves, por enriquecimiento ilícito, declaración jurada falsa y lavado de dinero. El segundo es el sobrino de Óscar, exdirigente del club Sportivo Luqueño.

La familia es conocida por la fortuna incalculable que amasó, producto, según las denuncias, principalmente de la usura y lavado de dinero. Los relatos afirman que despojaban hasta el “alma” a sus víctimas, que por necesidad se inclinaban ante la soberbia y el poder.

Gracias a la valentía de los empresarios Juan Eugenio Planás y Julio Adolfo Mendoza Yampey, la Físcalía abrió la investigación a raíz de la cual padre e hijo fueron imputados y hoy están presos en la Agrupación Especializada. Hablan de “préstamos” de G. 500 millones a G. 20.000 millones, respectivamente. En el primer caso fue devuelto el 200% con intereses y, en el segundo, la exigencia fue más del 70% en intereses.

El límite legal fijado en intereses por el Banco Central del Paraguay (BCP) es 40%. Contra Ramón pesan unas 280 denuncias presentadas en la Fiscalía de Delitos Económicos y Anticorrupción. Entre 2013 y 2018, habría incrementado su patrimonio en G. 205.829 millones y declaró al fisco solo G. 21.793 millones.

La familia González Daher manejaba a su antojo a fiscales, jueces, escribanos, policías, bancos y un sinfín de instituciones públicas, que encubrían asquerosamente sus fechorías. Por esto, jamás imaginaron que alguna vez una comitiva fiscal ingresaría a sus mansiones “sin permiso” de los dueños. Tampoco pensaron siquiera en que algún policía colocaría unas esposas en sus muñecas.

Muchos ya no viven para ver lo que está pasando, pero sus familiares recuerdan cada una de las injusticias, torturas, despojos y humillaciones que sufrieron. Aunque ya no recuperen lo perdido por culpa de estos carroñeros, hoy piden que la justicia obre con la más absoluta objetividad. Esperan que la balanza de Astrea se incline hacia lo justo.

gladys.villalba@abc.com.py

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