Ya desde el año pasado y bajo la lógica de hecha la ley, hecha la trampa, muchos candidatos se lanzaron a hacer proselitismo, pasando por alto el tiempo que nuestro desfasado Código Electoral establece para la propaganda y las campañas políticas.
Desfasado porque se quedó más de dos décadas atrás mientras en internet y las redes sociales todo se mueve a otra velocidad.
Bienvenido 2020, y con él las sonrisas de photoshop, el asistencialismo interesado y las conmovedoras imágenes de candidatos abrazando a niños y ancianos, repitiendo eslóganes del equipo de campaña.
Bienvenidas también las promesas con las que un candidato municipal propondrá los objetivos más insólitos y pintorescos, mientras se pasan por alto las funciones básicas de un municipio, como el ordenamiento del tránsito, la reparación de calles en mal estado, y la limpieza y conservación de espacios públicos.
En síntesis, bienvenida la pirotecnia que ya nos recuerda que también el ciudadano tendrá dentro de esta lógica electoral, una nueva oportunidad para premiar o castigar.
Desde este año existirá la novedad del voto preferencial, que permitirá al elector escoger dentro de una lista de candidatos a concejales a uno de su preferencia.
Una herramienta que le dará un poco más de poder al ciudadano y que según cientistas políticos también derivará en la hiperpersonalización de las campañas y en la posibilidad de que el dinero tenga cada vez mayor peso en la promoción y elección de candidatos.
Y le agregamos la idea de que podría reducirse el voto cruzado como producto del castigo directo a toda una lista por la idea de que podrá alterarse el orden de las candidaturas.
Mirando hacia las campañas, si algo de positivo debe encontrársele a internet y las redes sociales es que también han servido para desintoxicarnos de tanta polución visual en la vida real.
Es que parte de la propaganda se mudó a ese nuevo ecosistema virtual, con lo que al menos respiran algunos espacios públicos y privados que se salvan de ser empapelados y pintarrajeados.
Parte, dijimos, para no ilusionarnos tan fácilmente.
Las elecciones municipales son las más directas, en ellas los habitantes de los más de doscientos cincuenta distritos del país tienen la posibilidad de premiar o castigar a candidatos que le son más próximos y con los que comparten problemas más comunes y directos.
Por eso habrá también que seguir el postergado debate sobre la reforma electoral que debe reiniciarse en marzo, para analizar entre otras propuestas la modificación del sistema de integración de las mesas receptoras de votos, en donde se juega una parte importante de las elecciones con el llenado y control de las actas electorales.
La actual integración se produce conforme a las fuerzas políticas dominantes, mientras existe una propuesta para hacerla a través de un sorteo que establezca la participación en las mesas como un deber cívico.
Otras propuestas hacen referencia a la identificación biométrica de los electores, a la reducción y unificación del subsidio y el aporte estatal a los partidos, a la prohibición del doble salario para concejales funcionarios de las binacionales, al transporte gratuito en día de elecciones y a la reglamentación de la obligatoriedad del voto.
¿Habrá tiempo para incluir otras modificaciones en las municipales?
Es cuestión de voluntad política. Las internas son el 12 de julio y las municipales el 8 de noviembre.
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