Educación pública de calidad

Educación universal, pública, gratuita y de calidad exigen centenares de estudiantes de colegios secundarios privados con sentatas en sus respectivas instituciones. Afirman que, acorde a principios de nuestra Constitución y a los derechos humanos fundamentales, el Estado debe garantizar educación y salud a todo ciudadano paraguayo, sin excepción. ¿Quién podría estar en contra de este reclamo? Lo que no está claro es cómo lograr tan noble objetivo.

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Conviene recordar que las escuelas públicas se crearon a mediados del siglo XIX en Europa, bajo la influencia de la ilustración y la industrialización; antes de eso, la educación era un privilegio de las familias acaudaladas y de los conventos de monjes. Entonces, la educación pública es muy reciente en términos históricos.

La pregunta central es: ¿Puede existir una educación pública, universal, gratuita y de calidad en Paraguay hoy? En teoría, sí. En la realidad actual, no. Solo unos pocos países han logrado este objetivo en el mundo contemporáneo; entre ellos está Finlandia, verdadero modelo de gestión de calidad y equidad a cargo del Estado. Otras naciones del Norte de Europa también tienen sistemas parecidos al de los finlandeses.

Una primera condición es que debe existir una decisión política consensuada entre todos los dirigentes públicos de que por razones de equidad, de justicia social, de filantropía y de la igualdad de oportunidades, el Estado debe garantizar a todos los ciudadanos su derecho a una educación gratuita y de calidad. Esta es una política de Estado que debe primar sobre cualquier otra necesidad popular o sectorial.

Claro que el sistema modelo es muy caro para las arcas estatales. Para enfrentar los gastos se recaudan altos impuestos que pagan todos los ciudadanos, sin excepción, ni evasión, exenciones o rebajas tributarias, como suele suceder en las naciones tercermundistas. En los países nórdicos, la presión tributaria, en promedio, ronda el 50 por ciento de los ingresos de los trabajadores y de la renta de las empresas. Esto garantiza el financiamiento y la sustentabilidad del modelo educativo público y de calidad para todos.

En Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia y Nueva Zelanda, el porcentaje del PIB destinado a la educación va del 7 al 9%. En Sudamérica, las cifras rondan del 3 al 5%, según datos de Naciones Unidas. Esto explica, en parte, las diferencias.

Para hablar de una educación pública de calidad, deberíamos contar con infraestructuras edilicias amplias y cómodas, con laboratorios bien equipados, con bibliotecas abundantes y actualizadas y, por supuesto, con docentes altamente capacitados y bien remunerados. Estamos muy lejos de eso: nuestras escuelitas apenas se mantienen en pie, los laboratorios son piezas cerradas por falta de equipos, la biblioteca es un estante detrás del escritorio de la directora y los docentes hacen lo que pueden dentro de su limitada capacidad y escasa paga.

Educación pública universal, gratuita y de calidad. El sueño del pibe. Un ideal humanitario y maravilloso. Ojalá las sentatas de estos chicos despierten muchas conciencias para empezar a andar en la dirección correcta.

ilde@abc.com.py

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