La feminista Verónica Villalba señala que cada vez más, conforme avanza la crisis global debido a la pandemia causada por la expansión del covid-19, existe un consenso alrededor de la idea de que esta crisis se veía venir hace ya algunos años.
“Ya la estábamos viviendo desde hace varias décadas atrás, en un sistema económico, social y político que ha priorizado el capital por encima de la vida de las personas y de la sostenibilidad del medio ambiente”, dice.
Agrega que este sistema es el que provoca las desigualdades y pobreza que viven hombres y mujeres en la mayoría de los países más pobres, pero también y cada vez más en los países ricos, lo estamos viendo ahora mucho más con la explosión de la crisis global. Las mujeres en general y las pobres en particular por lo tanto son las que también se verán afectadas de acuerdo a estas brechas y desigualdades que ya la estaban sufriendo y que se verán agravadas.
Esta economía se sostiene en gran medida por un trabajo invisible y no reconocido como tal, por lo tanto no remunerado, o bien en general informal y con los peores salarios: el doméstico y de cuidados, que es realizado en su gran mayoría por mujeres.
Según datos oficiales de la Encuesta del uso del tiempo que muestra la distribución porcentual de horas en el trabajo remunerado y no remunerado que realiza la población (de 14 y más años de edad) del total de horas semanales destinadas al trabajo, los hombres dedican mayor tiempo a actividades remuneradas (74,7%), y el resto (25,3%) a actividades no remuneradas, mientras que entre las mujeres se observa un comportamiento diferente: el 38,7% de las horas corresponde al trabajo remunerado y el 61,3% de su tiempo a actividades no remuneradas.
Desfeminizar los trabajos
Sin embargo, agrega Villalba, existen iniciativas y propuestas que pueden ser el camino a seguir en estos momentos. Desde la economía feminista, por ejemplo, se propone considerar todos los trabajos que contribuyen a sustentar las necesidades humanas, desarticular la división sexual del trabajo y desfeminizar los trabajos de cuidados, preguntarnos cuáles son las formas de cuidar la vida que deseamos elegir.
Reconociendo que los trabajos de cuidados aportan a sostener la vida de los seres humanos, sin embargo en un sistema donde prima el capital los trabajos de cuidado no tienen valor para el mercado son los que se hacen “por amor” por no son remunerados.
La economía feminista propone cambiar este sistema porque también es el que contribuye a generar más desigualdades y mayor pobreza. Propone transformar la división sexual del trabajo, igual responsabilidad de sostener cuidar la vida para mujeres y hombres, una nueva relación con la naturaleza y sus recursos, repensar todo el sistema de producción y reproducción. También los sistemas de protección social son fundamentales, ya que articulan las políticas económicas y sociales para garantizar los derechos humanos de todas las personas, pero necesitan ser fortalecidos con políticas de Estado y compromiso de quienes tienen el poder de decisión, así frente al conflicto capital-vida que hoy se impone más que nunca, se pueda apostar por la vida, y de esta forma aminorar los impactos negativos de la pandemia que sufriremos todas las personas en nuestro país, y muy especialmente las que se encuentran en situaciones con mayores desigualdades y vulnerabilidades.