Laboratorio de Arte: Portunholas en el contenedor del ICPA

Por solo unos días más se puede visitar la muestra que resultó de Portunholas, laboratorio para mujeres artistas en las fronteras de América del Sur realizado con el apoyo del Goethe Institut.

Portunholas en el contenedor del ICPA.
Portunholas en el contenedor del ICPA.Arcenio Acuña

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El proyecto Portunholas se inició en el marco de El Siglo de las Mujeres, que comenzó en 2021 impulsado por el Goethe Institut de Bolivia, que invitó a sus pares de la región. “Paraguay no tiene un Goethe Institut, pero sí un socio local, el Instituto Cultural Paraguayo Alemán Goethe-Zentrum, que siempre trata de integrarse a las iniciativas regionales, de modo que el país esté presente en el mapa de proyectos. Entonces convocamos a varias representantes del Paraguay, entre ellas la artista Claudia Casarino, y estoy muy feliz por el resultado obtenido”, expresa Simone Herdrich, directora del ICPA G-Z.

Afrorrepresentación

Una de las artistas que participó por Paraguay es Mayeli Villalba, afroparaguaya de 38 años. Dice ser artista visual por impulso vital. “Me gano la vida contando historias a través de la fotografía y el audiovisual”, comenta. Sobre Portunholas cuenta que este es un espacio de intercambio entre artistas visuales de varios países de América del Sur.

“Me hice parte a través de una postulación que se abrió en 2021. Ahí tuvimos la oportunidad de conocernos entre creadoras de diferentes trayectorias y técnicas en un ambiente de respeto y amabilidad que valoro mucho”.

Sobre la obra que desarrolló en este proceso, Mayeli cuenta que, hace años, cuando logró conseguir la única foto que tiene de su bisabuela Bella, sintió que aquello la rescataba de una incertidumbre importante.

Aunque no hacía mucho que venía organizando mejor la búsqueda en torno a su identidad afro, ya no se conformaba solamente con los recuerdos de sus tías y su mamá. “No fue imprescindible que mi bisabuela y yo nos conozcamos en persona para que la fuerza de su mano sosteniendo la de su nieta albina resuene hasta hoy dándome tantas respuestas necesarias en medio de la sociedad paraguaya que vive negando la existencia afro de su identidad nacional”, expresa.

La obra que presentó se llama Eco, un collage digital fotográfico protagonizado por una imagen de su archivo familiar y un autorretrato: “En el afiche resuenan tres generaciones distintas de mujeres de mi familia, la más antigua es la de mi bisabuela Bella”, cuenta y agrega que Portunholas para ella es una respuesta suramericana a nuestras sociedades marcadas por las diferencias entre artistas hombres, artistas mujeres y artistas disidentes.

“Por un lado, me acercó a artistas paraguayas como Claudia Casarino, que es una de las curadoras, además de principal responsable de este proyecto, y mi ahora amiga Leticia Alvarenga”.

Villalba también manifiesta que considera muy inspirador conocer a curadoras de otros países, como Claudia Coca, de Perú, y las brasileñas Bianca Bernardo y Keyna Eleison. “Esta última es una estimulación especial por ser una mujer negra haciendo cosas maravillosas en el mundo del arte”, enfatiza y añade: “Fue muy lindo también conocer a nuestrx compx Pao Lunch, de Neuquén, Argentina, cuando llegó a Asunción un par de años atrás y pude invitarle a mi casa. Hace unos meses tuve la oportunidad de ir Cusco, donde también pude coincidir con Arely Amaut, nuestra compañera peruana. No se me ocurre otra forma de conocerles por fuera de Portunholas”.

Género: el rol del hogar para la mujer dentro de dicho espacio

Leticia Alvarenga (29) es la otra artista paraguaya que formó parte del laboratorio. Comenta que parte de la convocatoria consistía en presentar un proyecto que tenga que ver con el rol de la mujer, identidad, territorio, desigualdades.

“Yo me había presentado con el Proyecto Ser Casa, y en sí la dinámica de Portuñolas era un laboratorio de 12 meses, donde justamente trataba de convocar a distintas mujeres artistas de América del Sur. (…) Yo creo que la palabra laboratorio le cayó muy bien a lo que había; normalmente en las prácticas artísticas se siente una presión de seriedad en casi todas las dinámicas, y me sorprendió mucho que en esta, al ser un ambiente encargado por mujeres, hecho para mujeres, con mujeres, daba a entender un punto muy cercano de conexión; ese era sobre todo el objetivo”, resalta.

Destaca la experiencia porque “por primera vez podíamos encontrarnos distintas mujeres, de distintos años, prácticas, niveles, carreras medias y altas, con distintos temas”. Ella trabajó el tema de género, el rol del hogar para la mujer dentro de ese espacio y, si bien había un objetivo de presentar ciertos proyectos, no tenía un fin de sistema mercantil en sí, y esto “lo hacía maravilloso, porque aliviaba un montón ese peso que lleva justamente hacer una pieza, y sobre todo promovía el respeto a esos procesos, ya que, quieras o no, nuestras obras están atravesadas por nuestras vidas”.

Siente que el apoyo de sus compañeras la llevó a poder resolver ciertas cuestiones en obra, y hasta en vida. “En las artes visuales hay un punto en el cual la razón ya no puede entrar, sino que, más que nada, va a un punto de intuición, y es ahí donde las tutoras no podían meterse; es muy individual, pero cuando uno trabaja con mujeres, esa delicadeza es muy fácil llevarla, tal vez porque en parte la forma que está regido todo este sistema superpatriarcal nos tira a nosotras completamente a guardarnos esas partes, o incluso dejarlas de lado; entonces encontraba que podíamos ser vulnerables sin tener que abrirnos completamente a esto, ser responsables de nuestros seres, de nosotras mismas, pero sentir esa colectividad, esa tranquilidad que da que es un espacio de mujeres, es algo muy interesante, y sobre todo mujeres que crean, que maternan, incluso mujeres que no maternan, porque hay que entender también que hay otras formas de vínculos”.

En su obra aborda el tema de qué podemos decir ante estos tiempos, y estos contextos que son muy hostiles, donde constantemente los derechos de la mujer son los primeros, como dice Hannah Arendt, en ser dudados, en ser sacados, en ser cuestionados, y qué hacemos nosotras justamente ante eso, expresa.

“Antes de esta rudeza vamos a ejercer ternura”, dice y explica que en la pieza el personaje lo que está haciendo es girar el brazo, de una forma casi ilógica, y tocarse la cabeza, en un gesto muy fuerte.

Más info

Instagram: @yelialba @la_let @icpa_gz

Web: https://www.mayevillalba.com/

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