LA CANASTA MECÁNICA

ELOGIO DE LA EMPATÍA.- Nuestra percepción está concebida por nuestros sentidos, nuestra historia y nuestros sistemas de creencias, por nuestro temperamento y estados de ánimo. La realidad que suponemos objetiva está construida a partir de nuestra identidad y circunstancias. Vemos las cosas no como son, sino como somos. Esa realidad subjetiva es la única que conocemos y nos cuesta ver más allá de ella.

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Por eso, resulta fundamental para nuestro desarrollo individual y como sociedad, que prestemos atención y aprendamos a ver el mundo según los ojos ajenos. Este avance humano evolutivo podría darse mediante la empatía, entendida como la capacidad de interpretar y experimentar el mundo desde el punto de vista del otro, de la otra. La empatía es un intento intencional y activo de tratar de entender la visión del mundo que tiene la otra persona, de comprender sus emociones, pensamientos y su realidad. Una realidad que, como la nuestra, también esta sesgada por su identidad e historia. Esto no quiere decir que estemos de acuerdo con lo que hace o dice aquella otra persona.

Antes de tratar de imponer nuestro punto de vista, hagamos preguntas para aclarar la perspectiva ajena, tratando de entender qué quiso decir, cuáles son sus motivaciones, qué siente, qué cree. Escuchar para entender no para juzgar o refutar, escuchar para comunicarse, no para ganar el argumento.

La empatía permite ponerse en los zapatos del otro, de la otra. Se vincula con disponer de buena inteligencia emocional, sumada a la capacidad de comprender la vida emocional de otra persona, de entender cómo piensa y siente. Incluye la facultad de analizar y asimilar las reacciones que pueden provocar el comportamiento ajeno. Quien posee la cualidad de la empatía sabe escuchar, es agradable cuando se comunica y si debe expresar su parecer, utiliza la crítica constructiva. En algunas ocasiones nos damos cuenta de que no nos están escuchando, que no hay retroalimentación, apoyo ni comprensión. En otras circunstancias, a lo mejor, no sabemos escuchar adecuada y empáticamente el estado emocional ajeno.

Si utilizamos tono elevado, con agresiones, eso tiende a ser más un combate verbal que un intercambio de ideas. Hablar sin escuchar, hablar para responder o contraargumentar es muy diferente que escuchar con empatía. Comunicarse no implica estar de acuerdo y no es necesario compartir un punto de vista para entender y reconocerlo.

Es probable que en el futuro se alcance la familiaridad con estas capacidades para la comprensión empática, mediante el desarrollo de una cultura simbólica, menos centrada en el individualismo y más en los mecanismos objetivos de vinculación mutua.

Estimula y resulta agradable recibir felicitaciones. No se trata de dar halagos falsos a la primera de cambio, sino de reconocer méritos, de forma oral o escrita, cuando existe merecimiento. Está demostrado que es más creativa y productiva la gente que se siente valorada.

Admitamos que la intención de tender puentes suele chocar con la realidad que vivimos, que es la manifestación de una sociedad maltratada por sus gobernantes, una sociedad que se divide en creencias, valores e ideología.

Hay un alto nivel de toxicidad en las redes sociales. Retóricas candentes que acusan a prójimos y prójimas de los peores males por ser o pensar diferente. Una voz de alarma contra la propagación del miedo para combatir los supuestos peligros que toda sociedad abierta enfrenta. 

Empatía y solidaridad para no incurrir en el caínismo, considerando lo frágiles que son la buena convivencia y la democracia.

carlafabri@abc.com.py

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