Ka’a he’ê - Dr. P. M. Gibert

El Ka’a he’ê (Stevia rebaudiana Bertoni) es una planta originaria del Paraguay que se ha difundido por todo el mundo no solo por su poder edulcorante, 300 veces más dulce que el azúcar de caña, sino también por su uso en la industria, el consumo humano y animal. Por años, los indígenas guaraníes la usaban, entre otras cosas, para endulzar sus comidas y como parte de su farmacia natural.

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En trabajos que hemos realizado con el Ing. Fernando Díaz hemos demostrado que este cultivo es originario del Paraguay. En 1899, el sabio suizo Moisés Santiago Bertoni clasificó la planta y comenzó su estudio y cultivo. Por sus cualidades edulcorantes, fue estudiada por el sabio paraguayo Dr. Ovidio Rebaudi, quien en realidad fue el que comenzó la industrialización de la planta. Esta fue descubierta por los nativos guaraníes, quienes la utilizaban no solamente para endulzar, sino sobre todo por sus beneficios para la salud, como lo indica el Dr. Bertoni en su libro La civilización Guaraní, Parte III: Conocimientos. La higiene Guaraní y su importancia Científica y Práctica. La Medicina Guaraní. Conocimientos Científicos.

Cuando se habla del ka’a he’ê, también conocida comercialmente como stevia, siempre se ha pensado en su potencial endulzante y medicinal, sobre todo en lo referente al control de la diabetes tipo 2, identificado por el sabio como síndrome en el libro mencionado. Muchos estudios que hemos realizado en el Paraguay, además de otros en Japón y otros países, han demostrado que esta planta puede ser utilizada en forma integral; es decir, las hojas, los pecíolos y las ramas, por su valor nutricional y medicamentoso, tanto para el hombre como para las plantas y los animales.

No hay que olvidar el potencial de las raíces, aunque aún no se han profundizado los trabajos de investigación sobre este material. Los primeros trabajos que realicé en animales fueron en una granja comercial de pollos parrilleros. Se trató de la primera investigación realizada en nuestro medio sobre el uso del ka’a he’ê en estas aves, desde los 30 hasta los 42 días de vida, buscando la influencia de esta planta sobre el gusto de la carne de los pollos terminados. Para ello, utilizamos hojas secas trituradas al 0,5 % por tonelada de ración. Una vez faenados los animales de experimentación, se los cocinó de la misma forma y se hizo una prueba de sabor entre 20 personas. Todos coincidieron en que había una diferencia en el gusto de los pollos tratados, con un sabor más suave de aquellos que recibieron la ración con el ka’a he’ê. Pero no todo terminó ahí. Cuando se hicieron los análisis de producción, nos llevamos una gran sorpresa, porque los pollos tratados tenían 150 g más que los no tratados y una menor mortandad. Al analizar las posibles causas de esta mejor conversión, nos dimos cuenta de que el efecto estaba dado por la planta, al tener un control sobre el desarrollo de los E. coli y la salmonella, lo que aumentó la digestibilidad y el aprovechamiento de los nutrientes en los animales. Este tratamiento fue replicado en el 2003 por el Ing. Carlos Romero, Ronald Riveros y Nelson de Font con caldo de ka’a he’ê, con similares resultados. Trabajos posteriores me permitieron establecer que, además, esta planta tiene acción directa en el páncreas, apoyando las células alfa y beta, y favoreciendo la secreción pancreática.

Estos trabajos coinciden con los realizados posteriormente en Japón, donde investigaciones realizadas en gallinas ponedoras, vacas lecheras y cerdos que también fueron tratados en diferentes formas con ka’a he’ê obtuvieron buenos resultados en el aumento de la producción y calidad de los productos tratados. El Ing. Agr. Miguel Alonso, en el 2001, demostró la eficacia de la planta en frutas y verduras.

En un material presentado en una traducción del Prof. Ing. Agr. Tomio Hanano, de la Universidad Nacional de Asunción, sobre Método de cultivo de la stevia, de marzo del 2003, podemos apreciar las diferentes aplicaciones que tiene el ka’a he’ê en la agricultura y ganadería. Podemos notar que, con el uso de la planta en forma de caldo y puesta en diferentes formas en los cultivos, estos mejoran notablemente su producción.

Muchas investigaciones realizadas en diferentes vegetales han permitido demostrar que una misma planta, pero cultivada en diferentes suelos y climas tienen respuestas químicas diferentes a las nativas, en sus componentes. Es por ello que hay que determinar de antemano qué se quiere de la planta: materiales con mayor contenido de sustancias endulzantes, o diferentes comportamientos medicinales o estimulantes de la producción ya sea animal o vegetal. Lo mismo que ocurre con otras plantas, como la mandioca, las variedades dulces son aptas sin restricción para el consumo humano, pero las bravas –llamadas mandi’o ro en guaraní– tienen un alto contenido de ácido cianhídrico que las hace peligrosa para humanos y animales, pero muy aptas para las empresas almidonaras.

Las nuevas aplicaciones dadas al ka’a he’ê en la agricultura y ganadería abren nuevas puertas al pequeño productor de este rubro, ya que no es necesario realizar grandes inversiones para industrializarlo, sea en la industria farmacéutica, cosmética o alimenticia. Con los elementos que poseemos en nuestro medio se pueden obtener productos de alto valor agregado en forma inmediata, ya que también puede ser usado como mejorador de suelos y alternativa para combatir algunas enfermedades de los vegetales. Además, ayuda a aumentar y mejorar la producción y sanidad animal.

Estos resultados me permiten pensar que la ampliación del cultivo y su uso con nuevas técnicas es una realidad que debemos aprovechar, y debe ser estimulada por las instituciones gubernamentales para incentivar su producción con técnicas y variedades adecuadas a cada emprendimiento.

Cabe destacar que hoy en día no se puede realizar un emprendimiento de este cultivo de cualquier tamaño que sea sin un buen y adecuado sistema de riego, disponibles en nuestro país y con técnicos muy eficientes en la materia.

La industrialización no solo debe estar basada en la cristalización; hay muchas más oportunidades más baratas y disponibles en el mercado que son una gran oportunidad para el pequeño productor.

“La educación es la base del desarrollo de las comunidades”. p

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