LAMBARÉ: un nombre que nació del error*

Es sabido que hay páginas de nuestra historia que tienen más de mitos y de leyendas. Éstos, repetidos incluso por historiadores con fama de tales, se convierten en verdades indiscutibles.

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Salvo, desde luego, cuando aparece alguien dispuesto a hacer lo elemental: acudir a los documentos para desactivar el embuste.Por demasiado tiempo corrió la versión de que un cacique, Lambaré, valiente guerrero que se enfrentó a los conquistadores en defensa de sus dominios, conocidos igualmente por su nombre. Pero he aquí que nunca existió el tal guerrero. Y el tal sitio tampoco, en tiempos de la colonia. Todo se originó en una sola versión equivocada, a la que luego se le dio imaginativas interpretaciones las que, a su vez, originaron otras igualmente fantásticas. El inicio de los errores sucesivos está perfectamente identificado: Ulrico Schmidl, un alemán que vino con Mendoza. Tenía 25 años de edad. Cuando regresó a Alemania, tendría 45 años. A los 60, se puso a escribir sus memorias, totalmente de memoria, o sea, sin ningún apunte acopiado en el transcurso de los sucesos que dice haber vivido, y que pudo haberle servido para evitar que cometiera tantos desatinos. En 1567 hizo imprimir su libro con notable difusión en Europa, pues tuvo la puntería de escribir muy al gusto de la época, ansiosa de leer relatos fantásticos "de la vida real".   
  
Pues bien, las "memorias" de Schmidl, que cuentan los primeros años de la conquista, fueron la fuente principal, y a veces única, de muchos trabajos acerca de los orígenes de Asunción. Fue este soldado alemán quien acunó la palabra Lampere, la que daría nacimiento a ‘Lambaré’, cacique y asentamiento.   

En La sierra de la Plata y otros ensayos, Manuel Domínguez tiene palabras muy duras contra Schmidl. Lo considera un completo farsante con apoyo de copiosos documentos. Dice: "Comienzo por notar una cosa extraña, pero muy extraña: Ni Oviedo, ni Alvar Núñez, ni Herrera, ni Ruy Díaz conocen el nombre de Schmidl. Y eso que en la historia del primero desfila buen número de los conquistadores. En los Comentarios del segundo tampoco se mienta el nombre del Soldado Alemán, bien que éste estuvo al servicio de Alvar Núñez (…) El concierto de los cuatro historiadores en ignorar quién fue Schmidl es inicio grave del papel poco lucido de este conquistador (...). Salta a la vista que se trata de un ilustre desconocido". Sin embargo, antes y después de Domínguez, el soldado alemán influyó en muchos de nuestros historiadores que repitieron, en el caso específico de Lambaré, su origen legendario. En este punto interviene con mano segura Gustavo Laterza Rivarola. Nos da una completa y documentada información sobre la Historia de Lambaré – Desde la Colonia hasta nuestros días. Distingue "mitos" de "logos", los separa, los distancia, y se remanga hasta los codos para adentrarse en los documentos y contarnos sólo lo que en ellos encuentra. Los vacíos, los llena con perspicacia, con lógica, con deducciones que no se apartan de los hechos. Su honestidad intelectual no le permite acomodar los acontecimientos a una postura previamente elegida.   

Esta misma integridad hace que Gustavo –historiador de raza— acometa la empresa de esclarecer errores, enmendar contradicciones, señalar falencias de reconocidos historiadores, cuyas palabras suenan fuerte y, por lo mismo, inspiradoras de otros errores que se reiteran indefinidamente, como el caso del cacique Lambaré, su pueblo y su suelo. ¿Su suelo? Schmidl no especifica dónde estaba ubicado. Al contar "la gran batalla" librada entre indígenas y conquistadores –cuatro mil, los primeros y 300, los segundos— el soldado alemán ubica el escenario guerrero en un lugar alto de la ribera del río Paraguay. A este respecto, Gustavo Laterza señala: "No establece (Schmidl) el lugar; ni siquiera lo deja entrever, aunque se supone que el sitio escogido debió estar cercano al poblado karió que los europeos ocuparon después del combate…". Pero este combate tampoco quedó registrado en ningún otro documento. Tal vez haya sido alguna escaramuza –como la denomina en otra parte de su relato— que el cronista alemán la convirtió en una gran batalla para darse de héroe y al mismo tiempo alimentar la fantasía de los lectores. El problema es que hasta hoy se repiten las hazañas del cacique Lambaré.   

Es de esperar que este excelente trabajo de Gustavo Laterza acabe con el mito del cacique y su heroico pueblo.   

Gustavo ya ha dado a conocer Historia del municipio de Asunción – Desde sus comienzos hasta nuestros días (1955). Es posible que en la elaboración de este trabajo le naciera la idea de historiar también Lambaré. Habrá encontrado documentos que echan por tierra la antigua leyenda del cacique, que, aunque romántica y atractiva, no es tema que un historiador deba repetirlo.   

Por el tiempo que le habrá llevado investigar, deduzco que a Gustavo no le habrá movido componer esta historia sólo para mediar en el conflicto de los municipios de Asunción y Lambaré por sus límites. Eso sí, viene a prestar un valioso servicio a quienes buscan la verdad histórica, que no es la verdad de las leyendas y de los mitos.   

Si aun con las documentaciones incluidas en este trabajo persistiese el intento de desmembrar Asunción, que no se apelen a supuestas verdades históricas, porque estas no existen. Peor aún, nacieron del error que vinieron repitiéndose en las "investigaciones" de muchos historiadores y aficionados.   

Si después de la Historia de Lambaré, de Gustavo Laterza Rivarola, se despedaza la capital del país, que no se culpe a la historia. Será sencillamente por cuestiones políticas, y la peor de todas: las que nacen de la ceguera y del fanatismo.

*Del prólogo de Historia de Lambaré, de Gustavo Laterza. Ed. Servilibro.
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