Funesto y antipatriota ley del impuesto a grandes fortunas

En medio de la peor crisis sanitaria en la historia del país y sin consideración a la reinante incertidumbre en los sectores de la producción, la comercialización y con la estrepitosa caída en los puestos de trabajo, a los senadores de la bancada del Frente Guasu acompañados del radical auténtico Víctor Ríos se les ocurrió presentar en estos días un proyecto de ley consistente en un impuesto a las grandes fortunas.

Proyecto legislativo presentado
Proyecto legislativo presentado

Cargando...

Las motivaciones del proyecto van desde la emergencia educativa hasta concluir en que los más “ricos no pasan las vicisitudes de los pobres” y, por tanto, debido a esa extrema desigualdad se hace necesaria una tasa “contributiva” de los que más tienen. Consideran los proyectistas igualmente que los pobres y excluidos (les encanta repetir y repetir esta frase) están sufriendo en este momento pandémico. Para aminorar ese proceso doloroso pues los que más tienen deben compartir con aquellos o mejor dicho: a los que tienen más se les tiene sacar algo exigiéndoles a que lo hagan bajo pena de multa y cárcel.

El proyecto de ley “Que declara de emergencia educativa en todo el territorio nacional y crea a tasa extraordinaria a las grandes fortunas” (se cuidaron en llamarle impuesto poniéndole por nombre tasa) ingresa por el tema de la educación, situación que como sabemos es de suma importancia; pero, que los proyectistas sostienen que todavía es necesario seguir contando con más dinero. Desconsideran el mal gasto y el despilfarro en el Estado del cual estos senadores son parte activa. Tampoco toman en cuenta que el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) es un órgano que requiere de profundas transformaciones tanto en su organización interna y gestión, y del que también estos senadores deberían proponer algo diferente.

Pero a los proyectistas les tiene sin cuidado el despilfarro en el sector estatal y educativo. No les interesa enfrentarse a la corrupción interna en el sector porque en el fondo ellos son parte del problema.

Corrupción imperante

Pues deberían saber los proyectistas que el alto costo de la corrupción, esto es, de dinero dirigido a otros fines que no son los que la Constitución y la ley mandan se encuentran detallados en cinco situaciones. 1. Kits escolares. 2. Complemento nutricional. 3. Obras en escuelas. 4. Entrega de becas y 5. Asignación de rubros. En todas estas citadas situaciones el elevado y agravante costo social de la corrupción consigna que las multimillonarias partidas presupuestarias terminan en el lodazal del poder político infestado de gente que solo desea alzarse con dinero ajeno sin consideración alguna a los intereses de los niños y jóvenes de nuestro país.

El gasto en educación ocupa a la fecha la partida más importante de gasto social del gobierno central en torno al 35 por ciento cuyo impacto es de la mitad debido precisamente a aquellas cinco situaciones configuradas en el alto costo de la corrupción. Pero no. Se quiere más dinero y más dinero y esta vez encontraron un motivo más: la pandemia.

Los mentores intelectuales

El proyecto sigue una línea de pensamiento que desde luego que no es nueva. Pero resucitó de parte de organismos como el Fondo Monetario Internacional y de gente connotada incuso de la política estadounidense como Elizabeth Warren y Bernie Sanders que, por cierto, en el proyecto citan nuestros senadores como sus adalides, cuando sabemos que los citados políticos representan la línea más izquierdista del Partido Demócrata en los últimos tiempos.

Ni qué decir – porque también les citan– a los economistas Piketty, Stiglitz y al inefable Bill Gates, quien por cierto, en el último Foro Económico Mundial realizado entre el 25 y 29 de enero de este año 2021 propusieron con otras “eminencias” un nuevo “reseteo”, “El gran reinicio”, como por ejemplo por medio de impuestos, avanzar sobre el sector agropecuario de los países y hasta comer carne sintética en lugar de la natural; en síntesis, cambiar el modelo económico mundial.

Los proyectistas se unen de este modo con la avanzada internacional contra el Paraguay. Estamos, por ende e igualmente, ante un proyecto de carácter antipatriota cuyo propósito está en hacer cumplir el plan del FMI y del Foro Económico mundial de frenar la actividad agropecuaria.

Los proyectistas de tal documento deberían tomar nota de que incluso en los países de Europa con economías muy desarrolladas el impuesto al patrimonio es cada vez menos considerado como una alternativa segura de financiamiento y de transparencia.

El primer problema examinado en Europa –que aquí en Paraguay se eleva exponencialmente debido a nuestra baja institucionalidad– se encuentra en que estos tipos de impuestos son costosos de administrar. La gente empieza a migrar hacia activos, pero con poco dinero en efectivo.

Pero sobre esto último nuestros senadores proyectistas por medio de sus sesudos asesores se dieron cuenta. Entonces, también quieren saber sobre el patrimonio de la gente rica en cuanto a ¡sus tierras rurales estableciéndoles precio de mercado! Así que hay mucha gente trabajadora de la ciudad y el campo que estará expuesta a este maléfico nuevo intento tributario.

De igual modo, estos tipos de impuestos terminan por empujar a las personas pudientes de un país hacia otras latitudes en busca de mejores condiciones. El grado de incertidumbre se eleva al punto que sacude a la economía interna de los países. En nuestro caso, la fuga de capitales será fatal haciendo imposible la recuperación pospandemia.

Pero todo ello les tiene sin cuidado a los propiciadores de tan luctuoso y antipatriota proyecto de ley. Para ellos, a los “desgraciados ricos” hay que multarles y llevarlos a la cárcel si no se allanan a sus deseos. Tampoco les interesa que este tipo de impuestos termine por perjudicar a los más pobres y necesitados, pues las personas “ricas” que antes podrían invertir y crear empleos se encontrarán en la situación de minimizarlos debido a que saben que su dinero se utilizará con criterios políticos y que además pronto se elevarán los porcentajes que pagan. Reduciendo los incentivos a la riqueza se eleva la pobreza.

Pronto el impacto en la productividad se notará. Y no solo eso. Proyectos como el de gravar a las grandes fortunas esconden una nefasta tendencia que no debe ser tolerada ni mucho menos alimentada: aumentar el poder de los políticos arrastrando hacia abajo los ingresos de cada hombre y mujer que trabaja y desea progresar en su propio país.

(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

35%

El gasto en educación ocupa a la fecha la partida más importante de gasto social del gobierno central y llega en torno al 35 por ciento.

Fuga

En nuestro caso, proyectos como estos propician la fuga de capitales; será fatal, haciendo imposible la recuperación pospandemia.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...