Cambio de uso de suelo, utilización de recursos y crecimiento económico endógeno: lectura diferente y necesaria sobre el Chaco

El Chaco, esa extensa región estratégica de Paraguay, volvió a situarse en el centro de la discusión durante la semana, donde la cuestión ambiental era presentada como un problema serio, bajo la crítica al cambio de uso de suelo legal, denominada desde la perspectiva ambiental como deforestación. Desde la lectura económica, sin embargo, las conclusiones son diametralmente opuestas, debido a los aportes que realizan las diferentes subregiones del Chaco a la producción nacional, satisfaciendo las necesidades de la demanda tanto interna como externa, especialmente la cadena de la carne y de lácteos.

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Se asume que el territorio nacional, medido en extensión, así como en características particulares, es un factor trascendental de crecimiento y de desarrollo económico y social para cualquier país.

En el caso paraguayo, varias regiones han entrado tardíamente en producción como resultado de un retraso estructural de la economía, consecuencia de una historia particular (aislamiento de mercados, difícil y costoso acceso al mar, pérdida de población, pobreza crónica, entre otros). La extensión territorial limitada como la paraguaya, compromete en cierta forma el grado de desarrollo de un país, exigiendo mayores niveles de eficiencia a sus esquemas productivos.

La economía de nuestro país no dispuso de las condiciones de utilización productiva de extensas zonas del Chaco. Se recuerda que la ocupación y aprovechamiento de la región Oriental terminó recién a fines de la década de 1990, en Canindeyú. La implantación y expansión de los sistemas productivos del Chaco se han realizado mediante el esfuerzo y la iniciativa de los actores privados, debido a la muy escasa y muchas veces nula intervención del Estado.

La expansión de la ganadería fue posible gracias a una serie de esfuerzos técnicos y otras inversiones privadas, que resultaron cruciales para que el país logre capturar importantes mercados internacionales y que generaron el ingreso creciente y sostenido de divisas. La ganadería del Chaco se expandió de forma articulada con la ganadería de la región Oriental, puesto que mientras una realiza cría (produce desmamantes), la otra, la del Chaco, se especializa en el engorde. Esta preparación productiva funciona bajo un esquema de complementariedad geográfica.

La articulación de regiones en la ganadería ha sido posible gracias a la disponibilidad del espacio existente en el Chaco. Las exportaciones de carne se incrementaron significativamente en los últimos años, llegando a superar los 1.000 millones de dólares anuales. Una parte de la renta obtenida por la venta de animales se traduce en inversiones que los propietarios realizan en infraestructura, especialmente caminos y extensión de la red eléctrica.

Cambio de uso de suelo en el Chaco, específicamente en departamento de Alto Paraguay

El cambio de uso de suelo más significativo en el Chaco se focaliza en algunas zonas de Alto Paraguay. En este departamento existe una frontera agrícola que se expande, logrando integrar a la economía nacional zonas históricamente periféricas, marginales y sin uso, permitiendo que los actores socioeconómicos logren mejores ingresos y de esta forma escapar de la pobreza. Se recuerda que los países limítrofes al Chaco paraguayo, como Argentina y Brasil, habían expandido su frontera agrícola setenta años antes, en el marco del aprovechamiento del territorio nacional y de conquista de sus respectivas periferias.

En el Chaco paraguayo la incorporación de estas tierras a la economía se retrasó bastante por las debilidades de las instituciones y por la escasa población, así como la reducida disponibilidad de tecnología e infraestructura.

Recién a partir del año 2005 comienzan lentamente a expandirse de forma consistente la frontera agrícola y ganadera en el departamento de Alto Paraguay, cuando las exportaciones de carne creaban las condiciones para el desarrollo del sector cárnico.

Lo que para algunos actores de Asunción es deforestación, para los actores locales, los que viven y trabajan en el Chaco, es expansión de la frontera agrícola, legal y planificada, así como coherente con los planes de desarrollo del país. Como el departamento de Alto Paraguay no cuenta con rutas asfaltadas ni dispone de conectividad entre sus escasos poblados, así como servicios de salud precarios y sin equipos que respondan a las necesidades de la población, el dinamismo económico generado por la ganadería se convierte en una suerte de reemplazo del Estado.

Crecimiento económico y calidad ambiental: ¿Dónde se encuentra el país en relación al mundo?

Algunas instituciones internacionales como el Banco Mundial argumentan que el nivel de deterioro ambiental se relaciona con el de la riqueza o ingreso de una economía. La hipótesis es la siguiente: los países en vías de desarrollo o en etapas tempranas de industrialización tienden a tener un deterioro ambiental mayor, mientras las naciones desarrolladas han logrado abatir su deterioro ambiental. A esta relación se le conoce como: Curva Ambiental de Kuznets (CAK). El vínculo se explica de la siguiente manera: cuando un país pobre comienza un proceso de crecimiento económico, sufre una transición en las actividades económicas, principalmente de las agrícolas a las industriales. Este cambio en la estructura productiva del país, se traduce en un aumento de la riqueza y al mismo tiempo de los productos contaminantes.

Sin embargo, cuando se alcanzan mayores niveles de riqueza, el deterioro ambiental de dicho país se empieza a estabilizar y eventualmente comienza a disminuir. Esta reducción obedece principalmente a la adopción de mejores y más costosas tecnologías y a nuevas políticas económicas en el proceso productivo.

La relación planteada entre riqueza (PIB) y contaminación ambiental se puede expresar en una gráfica conocida como la Curva Ambiental de Kuznets. Esta curva se puede dibujar en forma de “U” invertida. En el eje horizontal de la gráfica se encuentra el producto per cápita como medida de riqueza de un país, y en el eje vertical se presenta la producción de los residuos sólidos y contaminantes de su economía en un periodo determinado.

La CAK también tiene implicaciones sumamente importantes en el ámbito de política económica; es decir, en cómo ordenamos las prioridades en la organización económica de nuestros países. Tal vez la más objetable de las ideas de la CAK es, que es posible (y deseable) aumentar al máximo el nivel y el ritmo de producción de una economía sin consideración alguna sobre el medio ambiente, pues según ella no solo llegará en un momento en que se reducirá el daño ambiental, sino que es la única forma posible de frenar el deterioro del medio ambiente. En este sentido, también es altamente cuestionable el crecimiento sostenido, sin límites ambientales.

El cuidado del medio ambiente y las necesidades económicas de la sociedad es un problema altamente complejo, no debemos cerrarnos a escuchar el análisis desde todas las disciplinas y puntos de vista. Particularmente, esta es la idea que se encuentra detrás del concepto de transferencia tecnológica ambiental: se necesita de la cooperación de todos los individuos y todas las naciones para abordar el que probablemente sea el problema más complejo al que nos hemos enfrentado.

Paraguay no presenta alto nivel de contaminación

Nuestro país no es una nación que presenta elevados niveles de contaminación. Por ejemplo, el desempeño en cuanto a la generación de energía hidroeléctrica, considerada como limpia y sostenible, lo posiciona como uno de los países con mejor desempeño ambiental.

Por el lado de las emisiones de dióxido de carbono, el promedio de emisiones de CO2 en el mundo es de 4,8 tCO2/per cápita, mientas que las emisiones de Paraguay solo llegan al 0,9. Mientras Estados Unidos presenta emisiones de 16 tCO2/per cápita, Rusia 12 y Alemania 9 (datos de National Inventory Submissions 2018. United Nations Framework Convention on Climate Change, disponible en www.globalcarbonatlas.org).

Existen múltiples indicadores ambientales donde Paraguay presenta un desempeño acorde a su tamaño, estructura económica y peso demográfico. Sin embargo, dispone de elevados índices de deforestación, por el cambio de uso de suelo, que recién está realizando en la última década y media, y que los demás países del mundo, especialmente los denominados desarrollados, han deforestado y cambiado el uso de los suelos hace décadas e incluso siglos, como en el caso de Europa.

Desde esta perspectiva, las recientes presiones para limitar las actividades económicas en el Chaco paraguayo, específicamente las ganaderas, puede ser leída como una suerte de penalización a los agentes económicos de esta región chaqueña y a la capacidad productiva y de desarrollo del país.

Históricamente Paraguay no solo tuvo que resistir las intenciones de anexión por parte de Argentina en los primeros años de independencia, sino también debió subsistir a la Guerra de la Triple Alianza y sobre todo a su posguerra, así como a la difícil, cara y burocrática llegada a los puertos marítimos del Río de la Plata durante casi todo el siglo XX, ahora también debe enfrentar ciertas presiones para que no utilice su ya limitado territorio, el recurso estratégico primordial para generar riqueza, desarrollo y disminuir los niveles de pobreza.

Muchas preguntas que responder

Algunas preguntas surgen a la luz de esta discusión. ¿Es realmente Paraguay uno de los países que más emisiones de dióxido de carbono realiza? ¿Qué naciones son las que tienen el mayor pasivo ambiental del planeta? ¿De qué países provienen los apoyos financieros para denunciar el cambio de uso de la tierra en el Chaco? ¿Podría ser leído esto como una forma de “penalizar” a los productores del Chaco por expandirse y ser eficientes? ¿Puede Paraguay darse el lujo de reducir su espacio aprovechable y limitar su capacidad productora exclusivamente por cuestiones ambientales, sobre todo sabiendo que tiene una de las tasas más altas de conservación privada?

Es necesario generar estas respuestas, de forma desapasionada y equilibrada, para establecer reglas de juego estables, coherentes y respetadas por todos los actores. Combinar protección ambiental con producción económica no es una disyuntiva más, es el paso científico-técnico y administrativo para definir el modelo económico que posibilite la utilización equilibrada de uno de los recursos más escasos del Paraguay, su territorio.

Determinar el potencial de producción para cada región del país exige una serie de investigaciones de largo alcance, de forma a utilizar el espacio territorial de la forma más conveniente, en términos económicos y ambientales.

En este sentido, convendría plantearse si el 25% de bosques de reserva establecidos por la Ley Forestal de 1973 no es muy elevado para algunas regiones o si, por el contrario, es muy bajo para otras. La profundización del conocimiento técnico y la gestión institucional serán de gran relevancia para asegurar niveles de crecimiento económico óptimo con sostenibilidad.

Por último, debe comprenderse que las prácticas sociales y económicas se realizan mediante un complejo sistema de incentivos, donde el económico es uno muy relevante, pero que debe combinarse con otras variables. Si el objetivo es evitar la deforestación o cambio de uso de los suelos, será necesario generar los incentivos positivos (como por ejemplo los servicios ambientales) a los actores económicos para intentar algún equilibrio.

El movimiento denominado “Salvemos al Chaco”, orientado a resguardar el patrimonio natural, debe ser aprovechado como una oportunidad para conocer y comprender mejor a esta región del país, de la cual la opinión pública recibe información parcial, incompleta y casi siempre sesgada.

Paraguay no es un país que presenta elevados niveles de contaminación. El desempeño en cuanto a la generación de energía hidroeléctrica, considerada como limpia y sostenible, le posiciona como una de las naciones con mejor desempeño ambiental.

El Chaco paraguayo se ha mantenido durante al menos tres siglos y medio en un estado de latencia o de reserva, es decir no ha sido la región privilegiada por inversiones en infraestructura o en servicios, por lo que las políticas públicas, a lo largo de las últimas décadas han sido limitadas, escasas y de baja calidad.

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