Urbanizar es humanizar las ciudades

El urbanismo afronta en el tercer milenio renovados desafíos y modernos retos de orden territorial y social. Ya la Cumbre Mundial de las Ciudades, organizada por la Unesco, Hábitat II, en Estambul, en 1996, aportaba un reconocimiento sobre estas circunstancias, al generar un mensaje ético de advertencia sobre la necesidad de humanizar las ciudades.

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El mensaje era “Es necesario humanizar la ciudad poniendo al individuo en el centro de la política pública, siendo el objetivo pensar en ciudades de paz, democracia y desarrollo, respetando al mismo tiempo el medio ambiente mediante la colaboración público/privada”.

En este sentido, la discusión política sobre el derecho a un desarrollo territorial sustentable es hoy un tema de indudable trascendencia global, representando uno de los frentes que con mayor entusiasmo se trata desde la comunicación social, tanto por el ferviente reconocimiento ciudadano a participar e influenciar desde allí en las decisiones públicas, como por el desconocimiento muchas veces generalizado del significado del cambio por venir. Es por ello que adquiere especial importancia el tratamiento de la dimensión simbólica de la ciudad, sobre todo en el marco de acontecimientos cada vez más complejos y que colocan la expectativa ciudadana frente a conflictos que la obligan a pensar, reflexionar y opinar cómo vivir, orgullosamente o no, en sus ciudades.

Resulta interesante entonces observar cómo la ciudadanía participa intensamente en debates o audiencias institucionales y críticas en medios de comunicación, exigiendo corregir el catálogo de conflictos que explican la complejidad y dificultad de los procesos de organización de la vida urbana. Así y en el presente contexto de orden político, económico, social y cultural inaugural del tercer milenio, y admitiendo la continuidad e incluso la aceleración de un ciclo social de evoluciones y mutaciones drásticas, el destino de las ciudades y en ellas los modos de cooperación público/privada, surgida de nuevos y originales modelos cooperativos, deberían ser temas fundamentales a considerar, tanto para la gobernabilidad como para la convivencia cívica por venir.

Con estos parámetros y en estos nuevos rituales se deberá trabajar en Latinoamérica en el futuro, sobreponiéndose a las condiciones irregulares existentes e induciendo modificaciones estratégicas de excepcionalidad, que provoquen fundamentalmente un enorme salto social en los modos de comprender e imaginar cuáles deben ser los efectos prioritarios de un proceso dominado por un moderno orden urbano de las ciudades, alentando a su vez un salto social para su ciudadanía, promoviendo para ello la efectiva coordinación, el compromiso y el seguimiento de un modelo de gestión basado en el gerenciamiento público privado, definiendo para ello programas de regeneración urbana a lo largo de todo el proceso de las acciones a emprender.

Esta idea de proyectos basados en una gestión ha de conseguir, como importante efecto colateral, la profesionalización de los organismos implicados y necesariamente la más eficiente operatividad de los equipos técnicos participantes.

Por ese mismo motivo, los mecanismos efectivos de proyecto, gestión y coordinación deberán obtener una adecuada programación y una perspectiva de resultados concretos a corto y mediano plazo, considerando que un soporte fundamental a lo largo del tiempo para sostener los cambios introducidos por la regeneración ha de ser la credibilidad social en la acción de los agentes del cambio.

Con ese fin, el universo de los temas y las iniciativas de regeneración urbana a producir en las ciudades podrán ser tan amplios y variados como los objetivos de mejor calidad de vida que desee obtener la ciudad: zonas ribereñas con complejidad social o ambiental, áreas industriales o infraestructurales, cascos históricos o áreas centrales degradadas, reservas arqueológicas, estaciones portuarias y sus entornos, obsolescencia de antiguos conjuntos de vivienda social.

Un efecto más para integrar las intervenciones de regeneración de las ciudades, a través de un modelo de gestión coparticipada pública y privada, es disponer de una visión estratégica del país que acompañe este compromiso. En ese contexto, la preocupación por problemas que favorezcan el desarrollo integral de la ciudad es pensar en mejor calidad de vida para la ciudadanía y en las condiciones para promover que ello ocurra, logrando un sistema de mayor seriedad en las políticas de gestión urbana y en los hábitos de ocupación del espacio habitado y con ello, en el futuro, un modo de constituir una comunidad con menor vulnerabilidad territorial y social.

Perfil

Roberto Converti, en sociedad con el arquitecto Fabio De Marco, es director de Oficina Urbana, un espacio profesional independiente dedicado a la temática de propuestas estratégicas en ciudades, a través de la investigación, evaluación, diseño y gestión de proyectos urbanos y de arquitectura de importante escala. Integra el Comité Científico de la Asociación Internacional de Ciudades y Puertos, el Foro Internacional Académico Rete Portus, el Comité Internacional de Críticos de Arquitectura y la Dirección de la Bienal de Arquitectura de Buenos Aires. Asimismo, es director del Departamento de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Argentina de la Empresa.

 

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