A 10 anos del ycua bolanos

Ycuá, el primer servicio de una aspirante

Hace diez años un incendio transformó un domingo de invierno soleado en un día trágico que se impregnó en la piel y la memoria de miles de personas. Mónica González fue una de ellas, a sus diecisiete años.

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En agosto de 2004 Mónica era aspirante al Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Paraguay, a pesar de que al principio se unió al cuerpo casi por exigencia de sus hermanos, que también eran bomberos, y de su madre, ese domingo estaba trabajando con sus compañeros en la compañía de la ciudad de San Antonio. Estaban haciendo un asado para vender y con los fondos comprar uniformes para el servicio, cuando se enteraron del incendio.

Los voluntarios, incluidos sus hermanos, partieron camino al supermercado y un poco después fueron llamados también los aspirantes, debido a la magnitud del incendio. Nada pudo preparar a los entonces aspirantes para su primera tarea: rescatar cuerpos de fallecidos de adentro del local siniestrado.

“Mi primer servicio fue. Ingresamos en el lugar ya con nuestros instructores en aquella oportunidad y empezamos a trabajar con los fallecidos, les llevábamos a la Ex Caballería”, se acuerda. Al principio sus hermanos trataron de protegerla, no querían que se involucre tanto, pero la necesidad era grande y se metió a trabajar de lleno. Una de las cosas más difíciles era ver cuerpos y no poder identificar si eran hombres o mujeres.

El incendio de Ycua Bolaños, fue el más grande, por la cantidad de víctimas, por la rapidez con la que arrasó con todo lo que encontró a su paso. Esa tarde mientras los familiares comenzaron a reconocer y llevarse a sus muertos cientos de voluntarios seguían trabajando, las tareas se extendieron toda la noche del domingo y madrugada del lunes.

Desde que Mónica llegó al Ycuá esa tarde de domingo, tardó al menos dos días en regresar a su casa.

En la vida de voluntaria de Mónica han pasado cosas muy fuertes. Su primer servicio fue como aspirante en el incendio de Ycuá Bolaños, un siniestro para el cual ni los sistemas institucionales ni las personas estaban preparados. Fue difícil para ella y para muchos otros de sus compañeros. El Cuerpo de Bomberos tuvo que asignar psicólogos después de lo ocurrido, se acuerda.

“Un cierto tiempo te costaba dormir, soñabas lo que estaba pasando, en ver las personas muertas”, dice ahora ya convertida en Capitán en la Compañía K1 del CVBP. Mónica pudo especializarse en rescate, prevención e investigación de incendios en Chile y en España.

Otra de las pruebas para ella y su familia –algunos de sus familiares quisieron que se aparte de los bomberos después del Ycuá- fue la muerte de su hermano Mario. Él murió en servicio hace varios años, pero eso no le hizo desistir, tanto ella como Alberto siguen siendo voluntarios.

Mónica explica que dentro del Cuerpo son como una familia, donde si algo le pasa a uno siempre hay otro voluntario disponible para ayudar.

“Sí, hubo personas que desistieron (después del Ycuá), que no volvieron a la Academia o volvieron un tiempito y luego dejaron pero en los bomberos somos como una hermandad, si algo le sucede al otro uno siempre está ahí”, dice.

La conciencia integral para prevenir incendios es muy importante. Para comenzar, a criterio de Mónica se debe empezar a hacer lo que otros países ya hacen, educar a los niños en prevención y primeros auxilios, porque eso funciona a largo plazo, asegura.

Ahora como voluntaria está trabajando en la formación de brigadistas en los supermercados. Es para que los empleados de los supermercados sepan reaccionar ante situaciones de emergencia, sepan cómo usar un extintor, cómo evacuar a la gente, cuenta.

“A nosotros nos conviene más prevenir que ir y estar sacrificándonos en un incendio, eso tiene que comenzar en las escuelas, en otros países ya se está haciendo”, dice.

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