Estrés en niños y adolescentes

Bruce McEwen (2000) señala que: “El estrés puede ser definido como una amenaza real o supuesta a la integridad fisiológica o psicológica de un individuo que resulta en una respuesta fisiológica o conductual. En niños y adolescentes resulta clave el poder reconocer y ayudar enseñando estrategias adecuadas de afrontamiento ya que las mismas tienden a ser su modo de afrontamiento hasta la edad adulta. Y aquí cabe mencionar que cualquier situación que genere en ellos miedo y ansiedad puede desencadenar estrés”.

Según la licenciada en Psicología, Alejandra Fernández, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como «el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara el organismo para la acción».

En términos globales se trata de un sistema de alerta biológico necesario para la supervivencia. Entonces un cierto nivel de estrés funciona como un indicador adaptativo a los cambios constantes que vivimos día a día y mediante estas experiencias vamos desarrollando resiliencia y aprendiendo a lidiar con los inevitables obstáculos que nos presenta la vida ahora el inconveniente radica cuando éste se sostiene en el tiempo, es decir se cronifica y llega a impactar de manera significativa la vida del niño y/o adolescente.

¿Cuáles son los posibles efectos a largo plazo del estrés en niños y adolescentes?

• Deterioro del crecimiento sobre todo a nivel mental del niño.
• Impacto negativo en la capacidad funcional del niño.
• Problemas diversos en la vida posterior, como trastornos por citar algunos: alimentarios, ansiedad, paranoia y depresión.
• Su inmunidad se ve afectada debido a las hormonas del estrés, dejándolos vulnerables a las infecciones.

Consejo de la APA (Asociación Americana de Psicología)

• Estar atentos al cambio negativo del comportamiento: los cambios que con frecuencia se pueden observar en niños más pequeños: ira, ansiedad, problemas para comer y dormir, incluidas las pesadillas, miedo a estar solo, irritabilidad, podría regresar a comportamientos infantiles, temblar de miedo, llanto incontrolable.
• En niños ya de edad de primaria: mostrarse desconfiado, quejarse de dolores de cabeza o de estómago, sentirse no amado, sin apetito o mayor a lo habitual, tener problemas para dormir, enuresis, no preocuparse por la escuela o la amistad, preocupación constante por el futuro.
• Ya en preadolescentes y adolescentes: ira, desilusión, desconfianza del mundo, baja autoestima, dolores de estómago y de cabeza, ataques de pánico. Hay que entender que cualquier modificación de conducta es una llamada de atención.
• Comprender que la frase del niño o adolescente de “sentirse enfermo” puede ser a causa del estrés porque aparecen síntomas físicos.
• Prestar atención sobre cómo su hijo interactúa con los demás.
• Escuchar y traducir: ya que los niños en su mayor parte no se encuentran familiarizados con la palabra estrés y su significado, pueden expresar sentimientos de angustia a través de otras palabras como “preocupado”, “confundido”, “molesto” y “enojado”.
• Los niños y adolescentes también pueden expresar sentimientos de estrés al decir cosas negativas sobre ellos mismos, los demás o el mundo que los rodea (por ejemplo, “No le agrado a nadie”, “Soy estúpido”, “Nada es divertido”). Es importante que los padres escuchen estas palabras y declaraciones y traten de averiguar por qué su hijo o adolescente las dice y si parecen indicar una fuente o fuentes de estrés.
• Buscar apoyo: los padres, los niños y los adolescentes no necesitan afrontar el estrés abrumador por sí mismos. Si a un padre le preocupa que su hijo o adolescente experimente síntomas importantes de estrés de manera regular, incluidos, entre otros, los descritos anteriormente, puede ser útil trabajar con un profesional de salud mental. Los psicólogos tienen una formación especial para ayudar a las personas a identificar problemas y desarrollar estrategias eficaces para resolver los abrumadores sentimientos de estrés.

¿Cómo pueden ayudar los padres ante un caso de estrés?

• Dar el ejemplo: en lo posible trate de mantener la calma ante situaciones generadoras de estrés, intente expresar de manera adecuada su molestia.
• Planificar maneras de reducir estrés y compartir en familia.
• Fomentar pensamientos saludables, realistas ayudar a sus hijos a distinguir fantasía de la realidad.
• Ceder a sus hijos cierto tipo de control por ejemplo en algunas decisiones que tengan que ver con el entorno familiar acorde a su edad: alguna actividad compartida, organizar la habitación, pedir su punto de vista para ciertas decisiones, etc.
• Dialogar abiertamente sobre un día estresante con propiedad así le transmitís confianza para que pueda hablar de lo que le está abrumando.
• Encontrar una actividad física o pasatiempo que les guste y animarles a participar.
• Fomentar el hábito de comer alimentos saludables y enfatizar la importancia de un estilo de vida saludable.
• Aprender y enseñar a sus hijos habilidades de relajación como ejercicios de respiración, ejercicios de relajación muscular, meditación, oración, yoga, dibujo o escritura.