Italia recuerda en estos días con nuevas biografías y documentales a esta mujer cosmopolita, opuesta a toda violencia y prevaricación, una de las primeras voces del feminismo, creadora de un método escolar no represivo en el que prevalece la libertad, pero también con sombras en su vida como su connivencia con el fascismo.
En 1907 crea la primera “Casa de los Niños” en un barrio pobre de Roma, hasta entonces un lugar difícil, con una alta mortalidad infantil y pobreza. Allí comienza a aplicar su método educativo que es el más admirado, adoptado e imitado en todo el mundo.
Las ideas de su revolución son simples y básicas: Hay que confiar en el niño, no debe ser agobiado o forzado, se debe dar espacio a su espontaneidad, sentirse libre, en un entorno donde todo, espacio, muebles, objetos, juegos –es inventora de muchos de ellos– están hechos a medida. El maestro explica brevemente, observa y sin interferir.
Feminista
Vestida de negro a la manera tradicional de las ancianas de la época, María Montessori estuvo plenamente comprometida en las luchas feministas e invitó a las mujeres a apasionarse de la ciencia y vaticinó que “un día la mujer se casará y tendrá hijos por elección y no porque el matrimonio y la maternidad se le impongan”.
En 1946 se mudó a los Países Bajos, donde murió el 6 de mayo de 1952.