RÍO DE JANEIRO (AFP). “Esos eventos extremos ocurren periódicamente, pero nunca vi algo semejante en los 20 años que llevó aquí”, dice Felipe Dias, director del Instituto SOS Pantanal.
Unos 2,3 millones de hectáreas de esta llanura del centro-oeste de Brasil, con partes en el Paraguay y Bolivia, fueron consumidas por el fuego desde inicios de año, según datos compilados por la Universidad Federal de Río de Janeiro (Lasa-UFRJ).
Los satélites del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) detectaron 12.567 focos de incendio desde enero de este año, más que los de 2018 y 2019 sumados.
Y un número superior, igualmente al de todo de 2005, que era hasta ahora un año récord (con 12.536 focos), más de tres meses antes de fin de año.
Numerosos voluntarios acudieron en ayuda de los bomberos; son sobre todo lugareños que viven del ecoturismo en esta zona que recibe a visitantes de todo el mundo para admirar desde pequeñas embarcaciones los caimanes y carpinchos, o capibaras, de las regiones inundadas.
Sequía y quemas
Pero ni siquiera el envío del Ejército en agosto logró controlar los incendios.
Esta semana, las llamas llegaron al parque natural Encontro das Aguas, cerca de la frontera con el Paraguay, considerado como el hogar de la población de jaguares más grande del mundo.
El desastre se debió en primer lugar a una sequía excepcional.
De enero a mayo, la temporada de lluvias, cayó la mitad de la lluvia esperada y muchas zonas no llegaron a ser inundadas como ocurre en esa época del año.
“El fuego se propaga con mucha intensidad en zonas muy secas, con altas temperaturas y un viento fuerte”, explica Felipe Dias.
Pero la sequía no lo explica todo.
El ingeniero forestal Vinícius Silgueiro, del Instituto Centro de Vida (ICV), apunta además a las quemas para “limpiar” el terreno.
Algunos estudios muestran que la deforestación en partes de la Amazonia, al norte del Pantanal, impacta en el volumen de las lluvias en otras regiones.
Los llamados “ríos voladores”, nubes empujadas por el viento, se ven así afectados.
“Es muy pronto para saber si la sequía observada estos últimos años en el Pantanal está directamente ligada a este fenómeno, pero es innegable que personas que, como yo, crecieron en la región, han podido observar cambios climáticos claramente”, afirma Vinícius Silgueiro.