La capilla de San Jorge del castillo de Windsor, a unos 40 kilómetros al oeste de Londres, será escenario de los funerales. Es el lugar donde el duque de Edimburgo, fiel apoyo de la soberana durante siete décadas, murió “plácidamente” el viernes por la mañana, a los 99 años.
Solo 30 personas
Solo treinta personas, sin duda sus cuatro hijos (Carlos, Ana, Andrés y Eduardo) y sus nietos y otros familiares, podrán asistir al funeral, en respeto de las reglas impuestas para atajar la pandemia de coronavirus.
El príncipe Enrique, que vive en California después de haber abandonado la monarquía el año pasado, acudirá a la ceremonia. Sin embargo, su esposa, Meghan, que está embarazada, no lo hará y se quedará en Estados Unidos, siguiendo el consejo de su médico, según informó un portavoz del palacio.
Para permitir “al mayor número de miembros de la familia posible asistir a los funerales”, el primer ministro Boris Johnson no asistirá, indicó su oficina. La población está invitada a observar un minuto de silencio a las 14:00 GMT, al inicio de la ceremonia. El funeral tendrá lugar cuatro días antes del 95 cumpleaños de la reina, con quien se casó el príncipe en 1947, hace 73 años. “Como se pueden imaginar, le echamos mucho de menos mi familia y yo”, declaró el príncipe Carlos, heredero de la corona, en una breve declaración a la televisión. Carlos alabó su “destacado servicio dedicado a la reina, a mi familia y al país” y afirmó que su padre “se habría asombrado por la reacción y las conmovedoras cosas que se han dicho sobre él”. Estas declaraciones figuran en portada de la mayoría de los diarios del domingo. El Sunday Telegraph muestra a los dos hombres mirándose con complicidad junto a la foto de flores frente al castillo de Windsor.
“Unidos en el dolor”, asegura por su parte el Sunday Mirror sobre el futuro encuentro entre Guillermo y Enrique en los funerales de su abuelo tras los desencuentros pasados.
Homenajes
En el país, que inició un luto nacional que durará hasta el día siguiente del funeral, ya empezaron los homenajes. Desde la Torre de Londres, a orillas del Támesis, los castillos de Edimburgo, Belfast, Gibraltar o los barcos de la Royal Navy, donde sirvió durante la Segunda Guerra Mundial, los cañones lanzaron 41 salvas a mediodía en homenaje al patriarca de la familia real británica, nacido en la isla griega de Corfú como príncipe de Grecia y Dinamarca y que tuvo una infancia errante por toda Europa. Los príncipes Andrés y Eduardo visitaron el sábado a su madre Isabel II en el castillo de Windsor. “La reina ha estado fantástica”, dijo a los periodistas la condesa de Wessex, Sofía, esposa del príncipe Eduardo, al salir del castillo. El príncipe Carlos la había visitado el viernes. Conocido por decir lo que pensaba, el príncipe Felipe llamaba la atención por sus comentarios provocadores, a veces teñidos de racismo o sexismo.
Pero los británicos también recuerdan su incansable devoción por la monarquía, a la que contribuyó a modernizar y humanizar, y su presencia, en segundo plano pero indefectible, al lado de la soberana.