Abayisenga, que está en un penitenciario psiquiátrico desde que asesinó, presuntamente, al religioso que le acogió tras ese incendio, había admitido esta mañana ser el autor de los hechos, durante la primera jornada del juicio ante el tribunal penal de Nantes.
La fiscalía había pedido seis años de prisión para el condenado, que aguarda juicio por el asesinato del religioso, cometido en 2021.
“Acudí a rezar para encontrar la paz. Recordé la agresión que sufrí (en 2018) y perdí el control. Todo se removió en mi cabeza”, contó el ruandés, que desde hacía meses se había ganado la confianza del cabildo para hacer algunas labores en la catedral, tras haber actuado como voluntario para asociaciones caritativas.
Abayisenga explicó que colocó sillas de madera bajo el órgano de la catedral y, sobre ellas, unas velas para quemar en un primer lugar ese instrumento y después por el sistema de sonorización.
El día del incendio, según dijo en el juicio, su intención era solo acabar con el sistema de sonorización y no provocar más daños en el templo del siglo XV, que perdió su órgano de 2.400 tubos, de 1672, además de un cuadro de Hippolyte Flandrin.
El plomo fundido contaminó todo el templo y obligó a cerrarlo, al menos hasta finales de 2024, y a lanzar una gran campaña de restauración que ha costado ya 24 millones de euros.
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Incendio en la catedral de Nantes
Abayisenga aseguró que una vez que vio que las llamas se propagaban se asustó y huyó. El fiscal trató de desacreditar la tesis de la enajenación transitoria y sus recuerdos “selectivos”, a lo que el acusado replicó: “Nunca he estado loco, no estoy loco”.
El incendio tuvo lugar a primera hora de la mañana y el acusado fue identificado gracias a las cámaras de vigilancia municipales. La catedral carecía de todo sistema de protección, incluido un detector de humos.
Tras confesar ser el autor del incendio en 2020, un examen psiquiátrico determinó que no era un peligro y fue puesto en libertad un año más tarde. Una congregación misionera de una localidad próxima a Nantes le acogió y le colocó bajo la tutela del clérigo Olivier Maire en mayo de 2021.
En agosto de ese mismo año, Abayisenga acudió a un cuartel de la Gendarmería y condujo a los agentes hasta el cuerpo sin vida del cura, asesinado a cabezazos. Internado en un penitenciario psiquiátrico, será juzgado por ese caso más adelante.