La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) anunció en su cuenta de Twitter que un convoy con "suministros humanitarios" partió de un punto de la provincia noroccidental de Alepo en manos de Damasco camino "al noroeste de Siria", sin especificar adónde se dirige en concreto ni su contenido.
"Esto va en línea con la resolución 2672 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que ordena (el envío) de asistencia humanitaria tanto translineal como transfronteriza", agregó la agencia de la ONU en su escueto mensaje.
El último convoy procedente de zonas controladas por Damasco había llegado el pasado enero, por lo que este es el primer cargamento "translineal" que viaja a las áreas de las provincias de Idlib y Alepo, en manos de la oposición desde que estas fueran golpeadas por un devastador terremoto en febrero.
Casi toda la ayuda de la ONU a la región rebelde, rodeada de territorio en manos de actores rivales, entra a través de la frontera con Turquía y el de hoy es tan solo el undécimo envío realizado en total desde dentro de Siria, un mecanismo que todavía afronta muchas trabas.
Además de la luz verde del Gobierno del presidente sirio, Bachar al Asad, este sistema requiere la aprobación de los diferentes grupos armados e insurgentes que operan en los puntos de recepción y que por razones políticas prefieren que la ayuda llegue desde el otro lado de la divisoria.
Tras doce años de guerra, el noventa por ciento de la población siria vive por debajo del umbral de la pobreza, unos niveles de necesidades sin precedentes, y 15,3 millones de personas precisan ayuda humanitaria en el país, de los que 4,9 millones sufren "necesidad extrema y catastrófica", según datos de la ONU.
Paralelamente, la financiación para la ayuda al país árabe ha caído en gran medida, a lo que se suman en el caso de las zonas rebeldes que el Consejo de Seguridad deberá votar en poco más de dos semanas si renueva o no sus envíos de asistencia transfronteriza desde Turquía.