Las autoridades responsabilizaron al grupo rebelde Arakan Rohingya Salvation Army (ARSA) de las muertes, que ocurrieron en un lapso de unas pocas horas en tres incidentes separados e incluyeron un enfrentamiento entre dos bandas armadas.
El primer ataque sucedió ayer por la tarde, cuando miembros del ARSA mataron a tiros a un refugiado rohinyá cerca del campamento de Madhu Chara, en el sureste del país, dijo a EFE el comandante de una unidad del Batallón de Policía Armada a cargo de la seguridad en los campos, Mohammad Iqbal.
Horas después, miembros de la misma banda mataron a otro hombre rohinyá en un campamento vecino, indicó a EFE el comandante de otra unidad, Amir Jafar.
Jafar agregó que el tercer ataque sucedió casi al mismo tiempo en el campamento de Jamtoli, cuando miembros del ARSA tendieron una emboscada a miembros de otra banda armada recién creada, la Organización de Solidaridad Rohingya (RSO), y acabaron con la vida de dos de ellos e hirieron a otros dos de gravedad.
El Ministerio de Defensa de Bangladesh reconoce la presencia de al menos once grupos armados en los campamentos de refugiados rohinyás, a los que responsabiliza del aumento de la inseguridad que se vive en los últimos meses, una actitud que contrasta con su postura anterior en la que negaba la existencia de ARSA.
La organización Human Rights Watch (HRW) informó el pasado julio de la muerte de al menos 48 rohinyás en el primer semestre de 2023, principalmente a manos de bandas armadas en los campos de refugiados. La cifra es ligeramente superior a la de 2022, con 40 fallecidos reportados.
El ARSA es acusado de haber llevado a cabo una serie de ataques en 2017 en la provincia norteña de Rakhine en Birmania (Myanmar), lo que provocó una brutal campaña de represalia del Ejército birmano que llevó a alrededor de 774.000 rohinyás a huir a Bangladesh.
Esta cifra se incrementó en los siguientes años hasta aproximarse al millón de refugiados actual.