En un comunicado publicado en Kinsasa, la legación pidió que los electores ejerzan su derecho al voto "de forma segura independientemente de sus afiliaciones políticas y sin miedo a la violencia o las represalias".
La embajada estadounidense también hizo un llamamiento a todos los candidatos y partidos "para que promuevan unas elecciones pacíficas y creíbles evitando declaraciones que puedan provocar una escalada y violencia".
La embajada felicitó al pueblo congoleño por la activa participación en el proceso electoral.
"Durante el último mes hemos visto a la población de este país llenar estadios y plazas públicas para comunicarse con los candidatos y hacer oír su voz", afirmó.
Asimismo, Estados Unidos "reafirma su voluntad de utilizar todas las herramientas disponibles, incluidas las restricciones de visado" para perseguir a aquellos que traten de obstruir las elecciones o el proceso democrático.
"Deseamos mucho éxito a los congoleños y que aprovechen la oportunidad de votar y determinar el rumbo futuro de su país", concluyó la embajada.
La campaña electoral, que empezó el pasado 19 de noviembre, está desarrollándose en un ambiente tenso, con varios candidatos acusando al Gobierno de intentar obstaculizar sus actos.
Ya el pasado 28 de noviembre, Moïse Katumbi, uno de los principales candidatos opositores, denunció el asesinato a pedradas de uno de los miembros de su partido durante un mitin en la provincia oriental de Maniema.
Alrededor de 44 millones de personas están llamadas a votar en las elecciones generales del próximo día 20, en las que más de veinte candidatos presidenciales concurrirán a unos comicios en los que el actual jefe de Estado congoleño, Félix Tshisekedi, buscará un segundo mandato.
La victoria electoral de Tshisekedi en 2018 supuso el primer traspaso pacífico de poder desde la independencia de la RDC en 1960.
Pero la influyente Conferencia Episcopal Nacional (CENCO) congoleña, que supervisa las elecciones de manera imparcial, puso entonces en duda la victoria del mandatario, basándose en sus propios escrutinios y los informes de más de 40.000 observadores.
El país africano celebró esa votación con dos años de retraso, después de numerosas y multitudinarias protestas contra el entonces presidente, Joseph Kabila (2001-2019), que pospuso los comicios pese a que su mandato caducó en 2016.