"La región de los Grandes Lagos del África ha visto resurgir el cáncer del extremismo étnico violento y de la ideología genocida. Muchas comunidades continúan siendo atacadas por ser quienes son, un sombrío recordatorio de los horrores de los que fuimos testigos durante el genocidio de 1994 contra los tutsis de Ruanda", afirmó el ministro ruandés Olivier Nduhungirehe en Ginebra.
Sin aludir en ningún momento a la presunta participación de Ruanda en el conflicto en las provincias congoleñas de Kivu del Norte (cuya capital Goma fue tomada en enero por el M23) y Kivu del Sur, el jefe de la diplomacia ruandesa aseguró que "el discurso del odio, la persecución, los linchamientos, incluso los actos de canibalismo contra los tutsis congoleños se han vuelto alarmantemente comunes".
Ruanda es acusado por la vecina República Democrática del Congo (RDC) de estar detrás de la reciente ofensiva de la milicia M23 en Goma (este del territorio congolés)
Los tutsis "han sido atacados, asesinados y linchados en el este de la RDC y también en Kinsasa", la capital del país vecino, aseguró Nduhungirehe, quien también acusó al ejército congoleño de bombardear aldeas banyamulenges (nombre con el que los tutsis son también conocidos en territorio congoleño).
El ministro subrayó que en ocasiones estos abusos en el país vecino son cometidos con respaldo y complicidad de la vecina Burundi, y aseguró que "hay un doble rasero" en el tratamiento de las comunidades tutsis con respecto a otras en la RDC, por lo que exhortó al Consejo de Derechos Humanos a "adoptar medidas inmediatas y decisivas para poner corto a las persecuciones".
"El sufrimiento de estas personas no se puede tolerar nunca más, la política étnica ya no tiene lugar en nuestra región", concluyó el titular de Exteriores ruandés, quien pidió que la comisión investigadora para la RDC recientemente aprobada por el Consejo de la ONU también investigue los crímenes denunciados por Ruanda.