Más allá de su potencial económico, la legalización del cannabis busca mejorar la vida de cerca de 60.000 familias de condición humilde que durante décadas dependían del cultivo ilegal y que son generalmente propietarios de pequeñas explotaciones.
Más de 3.000 agricultores en el circuito legal
Aunque el cultivo ilegal persiste, cada vez más agricultores optan por el circuito legal, cambiando una actividad que durante décadas marcó la economía de las regiones del norte de Marruecos, considerado uno de los principales productores mundiales de esta planta, de la que deriva el hachís.
Según las cifras de la Agencia Nacional de Reglamentación de las Actividades Relativas al Cannabis (ANRAC, el organismo estatal que controla el cultivo de esta planta), la gran mayoría de las 3.371 licencias entregadas en 2024 en el sector, fueron destinadas a los agricultores, frente a 721 en 2023.
Mientras, el resto de las autorizaciones (315) fueron destinadas a otras actividades como la transformación, la comercialización, la exportación, la importación, el transporte, y montaje y manejo de viveros, entre otras.
Entre las primeras en beneficiarse de este marco legal se encuentra Biocannat, la primera cooperativa local en obtener una licencia para las actividades de transformación y exportación.
Desde la fábrica de esta cooperativa -situada en la localidad de Bab Berred, al sureste de la ciudad norteña de Chauen-, su presidente, Aziz Makhlouf, explica a un grupo de periodistas la actividad de la instalación que exporta la resina del cannabis con un contenido THC (tetrahidrocannabinol) inferior al 1%.
Además, la cooperativa produce también complementos alimenticios y cosméticos -como cremas faciales y aceites capilares- a base de CBD (componente no psicoativo) destinados tanto al mercado local como al internacional.
Situada en lo alto de una colina y rodeada de campos de cannabis en fase de crecimiento, la planta ha ampliado sus actividades en tres años de funcionamiento: pasó de la extracción de la resina y la molécula del CBD a la elaboración de productos cosméticos y complementos alimentarios, hasta la exportación del THC.
"Pasamos muy rápidamente de lo que sabíamos hacer a lo más complejo que es la industria farmacéutica con la exportación del THC", comenta Makhlouf, originario de la zona e hijo de un agricultor del cannabis. Añade que la cooperativa empezó en 2023 con apenas 5 agricultores, una cifra que hoy asciende a 200.
Dar el salto al textil y la construcción
La cooperativa exportó hasta ahora 350 kilos de resina con un volumen de negocios de 2 millones de dirhams (189.000 euros). Además, en los primeros cuatro meses vendió al mercado local e internacional más de 20.000 unidades de diferentes productos derivados de la planta.
Y desde abril, la cooperativa está autorizada a exportar la resina de la variedad autóctona "beldia", con THC superior al 1 %. Con esta nueva licencia, ya exportó 120 kilos a Suiza, Australia y Sudáfrica, destinados exclusivamente a laboratorios farmacéuticos.
Makhlouf llama a que la industria del cannabis se abra a otros sectores como el textil y la construcción: "Es lo que permitirá valorizar aún más los residuos de la industria actual que no están siendo tratados", insiste.
Desde su legalización, el sector del cannabis obedece a un estricto control institucional. Así lo subrayó el director general de ANRAC, Mohammed El Guerrouj, quien reveló -en un encuentro con la prensa- que las autoridades llegaron a destruir un cargamento legal tras detectarse que el camión desvió del trayecto autorizado durante el transporte.
El Guerrouj hizo hincapié también en la creciente implicación de los agricultores, impulsada también por el indulto que el rey Mohamed VI concedió en agosto del año pasado a 4.831 cultivadores tradicionales que habían sido procesados, buscados o condenados en el pasado por dedicarse a esta actividad cuando era ilegal.
En 2024, la superficie cosechada del cannabis legal se situó en 2.056 hectáreas con una producción total de 4.198 toneladas.
Frente al crecimiento acelerado de la industria del cannabis en el país magrebí, una línea clara se mantiene: el uso recreativo sigue siendo ilegal y no forma parte de ningún debate público.
"Es un tema que ni siquiera se discute, ni con los operadores", afirmó de manera tajante El Guerrouj.