En su último informe sobre la catástrofe, la OMS detalla que existen "graves carencias de vehículos en funcionamiento, combustible y personal capacitado, incluido personal sanitario femenino".
Esta situación, asegura el organismo, está "limitando el acceso oportuno a la atención de nivel superior para los casos críticos", lo que significa que muchos heridos graves no pueden llegar a los hospitales especializados a tiempo para salvar sus vidas.
Tras ser rescatado de los escombros por sus vecinos, Mohammad Abbas, un superviviente del distrito de Chawkay, tuvo que ser "cargado en una camilla durante dos horas porque las carreteras estaban completamente bloqueadas", relató a EFE.
Su viaje continuó de un hospital local, que no pudo tratar su hemorragia interna, al hospital regional de Nangarhar.
Los equipos médicos en la zona han explicado a EFE que, ante la imposibilidad de que las ambulancias lleguen a las aldeas, se ven obligados a "enviar equipos de campo para que traigan a los pacientes" a pie.
En algunos casos, como el de una ambulancia de la organización Agencia de Asistencia y Desarrollo del Afganistán (AADA), los vehículos de emergencia han quedado atrapados por los desprendimientos de rocas causados por el seísmo y sus réplicas.
El terremoto de magnitud 6.0 que sacudió el este de Afganistán el pasado 31 de agosto ha sido el más mortífero en el país en casi tres décadas, con un balance de 2.205 muertos y más de 3.640 heridos, muchos de ellos con traumatismos complejos como fracturas de cráneo o lesiones internas que requieren atención quirúrgica inmediata.
La catástrofe golpeó a una nación extremadamente vulnerable, con un sistema sanitario debilitado por la falta de fondos y en un país donde casi la mitad de la población ya dependía de la ayuda humanitaria para sobrevivir.
La asistencia a los 84.000 damnificados se ha visto complicada por la geografía montañosa de la región y el bloqueo de carreteras por los desprendimientos, dificultando el acceso de los equipos de emergencia a las aldeas más remotas.