La presencia de los icónicos gatos del Viejo San Juan pende de un hilo

SAN JUAN. Cientos de gatos recorren desde hace años los adoquines del colorido barrio colonial del Viejo San Juan, pero un plan del Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos busca poner fin a su presencia, pese a las críticas de los animalistas y el riesgo a una plaga de ratas.

Una mujer acaricia a unos gatos en la muralla del barrio colonial del Viejo San Juan en Puerto Rico.
Una mujer acaricia a unos gatos en la muralla del barrio colonial del Viejo San Juan en Puerto Rico.Thais Llorca

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“Llevamos más de 20 años tratando a los gatos en el Viejo San Juan: alimentándolos, medicándolos, llevándolos al veterinario, desparasitándolos y principalmente esterilizándolos”, apunta Lara Cartagena, portavoz de la organización Save a gato.

Los voluntarios de esta organización de protección de animales se han encargado también durante estas dos décadas de dar a algunos de los felinos en adopción en Puerto Rico y en otras partes de Estados Unidos.

No todos los gatos que pueblan el Viejo San Juan corren el riesgo de ser eliminados, solo aquellos que se pasean por los espacios que dependen del Servicio de Parques Nacionales, que alega que pueden transmitir enfermedades a los humanos.

Cartagena, de 56 años, precisa que aquellos en peligro son los aproximadamente 150 que viven en el Paseo del Morro y los castillos de San Felipe del Morro y San Cristóbal, tres lugares históricos y muy turísticos del barrio colonial.

Inicialmente, las autoridades federales estipularon seis meses, es decir hasta mayo, para sacar del lugar a los mininos, pero Save a gato ha pedido que se amplíe el plazo hasta diciembre y ha reclamado apoyo económico gubernamental y de equipos como trampas para capturarlos.

Si pasado ese plazo los felinos continúan en la zona, Parques Nacionales contratará a una compañía de control de animales, ya que defiende que "todos los visitantes se beneficiarán del retiro de un posible vector de enfermedades".

Demanda para detener el plan

Ante esta situación, la organización sin ánimo de lucro estadounidense, Alley Cat Allies, ubicada en el estado de Maryland y dedicada a proteger a los gatos callejeros, demandó la semana pasada al Servicio de Parques Nacionales con el fin de detener su plan contra los felinos del Viejo San Juan.

En sus redes sociales, la ONG remarcó que la interposición de la demanda era para "salvar a los gatos de la comunidad de San Juan", y ponerle fin al "plan cruel, inútil e ilegal" de la agencia federal.

El objetivo es asimismo apoyar a una gran parte del pueblo de Puerto Rico que se opone a sacar a los felinos de esos lugares, según Alley Cat Allies.

A orillas del océano Atlántico, el Paseo del Morro es un enclave muy visitado en el Viejo San Juan y hay turistas que se deleitan con la presencia de los felinos, mientras otros critican el hedor de la orina de los animales que impregna algunas áreas.

Sobre el plan del Servicio de Parques Nacionales, Carla Colom, encargada del Paseo del Morro para Save a gato, afirma que la medida es "una ridiculez".

"No solamente es un atractivo turístico primario, sino que ellos están aquí por una razón y es el control de las plagas de las ratas", explica.

Riesgo de una plaga de ratas

Colom relata que los gatos fueron traídos al Viejo San Juan para hacer frente a las ratas por la popular alcaldesa Felisa Rincón de Gautier, quien ostentó el cargo entre 1947 y 1969.

"El problema de las ratas era tan y tan grande que trepaban por los edificios y salían por los inodoros", indica Colom, quien acude desde hace seis años a cuidar de los felinos junto a otros seis voluntarios tres días por semana.

La voluntaria teme que si se retiran los gatos de la zona, la historia se repita y aparezcan más roedores.

"Tu quieres sacar los gatos, sacamos los gatos, brega con las ratas", asevera Colom, agregando que no se puede controlar a los animales y que "van a llegar gatos nuevos".

Actualmente, hay cinco estaciones de alimentación para los gatos en el paseo que serán eliminadas si sigue adelante el plan presentado por el Servicio de Parques Nacionales.

“Todos tienen nombre, los amamos como si fueran nuestros hijos”, sentencia la voluntaria, que se deja “el corazón” en esta labor que le cambió la vida.

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