Estamos en un tiempo de condiciones excepcionales, que nos llevan a desplegar toda nuestra capacidad de adaptación y resiliencia ante factores que escapan de nuestro control, como es la pandemia del covid-19, reflexiona la psicóloga clínica Lic Olga Beatriz González.
No solo preocupa nuestra salud –agrega–, sino también situaciones como la pérdida del empleo, disminución de ingresos, restricciones sociales y desvinculación de nuestros afectos. Esto produce una respuesta en las personas que pueden ser en mayor o menor medida funcionales y en el peor de los casos producir un estrés que apareja con el emociones no saludables, que en caso de no ser atendidas pueden llevarnos a desarrollar cuadros emocionales de ansiedad, depresión, o estrés.
Ante esto, González dice que: “teniendo en cuenta que la situación de la salud mental en nuestro país ya de por si es materia deficitaria, puede representar un problema más dentro del contexto social de la pandemia. En nuestro país según la Dirección de Salud Mental, la ansiedad es el segundo motivo de consulta, siendo la depresión el primero. Una de cada cuatro personas en estos momentos podría estar experimentando síntomas de ansiedad (prevalencia del 25%), contextualizando a nivel regional según datos de la OPS, Paraguay es el segundo país con más alto porcentaje en América”.
Hablamos de trastornos de la ansiedad
Experimentar cierto grado de ansiedad en la vida diaria es absolutamente normal y cumple una función adaptativa, pero, cuando esta se vuelve exagerada, desproporcionada, intensa e interfiere en la calidad de vida y bienestar, hablamos de un “trastorno de ansiedad”.
Según la profesional, entre los tipos más frecuentes se encuentran, el “trastorno de ansiedad generalizado y los ataques de pánico”, aunque también pueden presentarse fobias, o cuadros de estrés postraumático, mutismo selectivo, entre otros.
Componentes de la ansiedad
La ansiedad tiene componentes físicos, psicológicos y conductuales. De acuerdo a los criterios del manual de diagnóstico DSM5, la persona experimenta taquicardias, sudoración, sensación de mareos, hormigueos, sequedad de boca, dificultad para respirar o sensación de ahogo, malestar estomacal, opresión en el pecho.
También están los síntomas psicológicos como el temor a morir, a sufrir un infarto, sensación de irrealidad, temor a volverse loco o hacer el ridículo. La persona tiende a desesperarse, enfocarse en sus síntomas e ir perdiendo seguridad y confianza en sí mismo.
“Esta situación de pandemia en la que la incertidumbre forma parte de nuestra realidad y en donde la amenaza a nuestra salud es real y cercana, puede llevar a potenciar este estado de ansiedad por lo que hacernos cargo de nuestra salud mental implica tomar la decisión de acudir a un profesional de la salud mental (psicólogo, psiquiatra), ya que si bien es cierto causa un gran malestar por la activación fisiológica intensa, también es bueno saber que estos trastornos tienen un tratamiento que posee un 85 % de efectividad terapéutica, hablamos de la “terapia cognitiva conductual” que ha comprobado un grado de efectividad terapéutica muy elevado en relación inclusive al tratamiento fármacológico que es utilizada a priori en consultas de urgencia” afirma la la psicóloga.
Cuidar lo que consumimos
Adoptar conductas saludables, psicológicas y afectivas puede hacer una gran diferencia en nuestra salud mental. “Es más que importante cuidar lo que consumimos en cuanto a información, buscar fuentes confiables, no sobresaturarnos de noticias, pensar en los recursos que tenemos para hacer frente a esta situación, enfocarnos en la solución más que en el problema, tomar el miedo como una emoción que nos impulsa al autocuidado y no a la desesperación, son actitudes que ayudan a sobrellevar este tiempo difícil pero no insoportable”, finalizó González.