Luego de varios meses, los obispos del Paraguay dieron a conocer ayer la Carta Pastoral sobre el Año de la Eucaristía. En su primera parte se refieren al sacramento como instrumento de salvación y luego a la situación del país, al momento que atraviesa en plena pandemia del covid-19.
“Hoy, en la mesa eucarística, nos comprometemos a edificar una sociedad más equitativa y fraterna donde el amor supera el afán de poder, la justicia supera el afán de tener y la alegría de compartir supera el afán de acaparar egoístamente”, señala el documento firmado por todos los pastores.
Los obispos afirman que este tiempo de pandemia hace tomar conciencia que “en nuestra sociedad fracturada y polarizada, hay hambres que saciar: el hambre de vida digna, de tierra, techo y trabajo, el hambre de justicia y de paz, de educación y salud, el hambre de ser parte de una comunidad honesta, fraterna, solidaria, el hambre de ser familia, de reconciliación, de diálogo, de respeto, de seguridad,… Hay hambre también de sentido de la vida, un hambre insaciable que busca lo incorruptible, lo eterno”. Consideran que solamente en el amor mutuo y en la atención a los más vulnerables se nos reconocerá como verdaderos discípulos de Cristo.
Vida y bien común
Ante esa situación y al referirse al compromiso cristiano, los obispos sostienen que toda la vida cristiana debe ordenarse al bien común, en la familia, en la escuela, en la fábrica, en las instituciones públicas y en las empresas privadas. Cuidar el bien común es participar de la comunión que sostiene la vida.
Abogan por la cultura de la Eucaristía, que promueva una cultura del diálogo, que da fuerza y alimenta la vida, que fomenta encuentro, tolerancia, respeto, solidaridad, fraternidad, valores humanos universales que dan solidez y sentido a nuestra vida social.
En otra parte de la Carta Pastoral se hace un llamado a cuidar la creación. En ese sentido, afirman que la creación es otro cuerpo, que debemos aprender a cuidar solidariamente: “la Eucaristía es de por sí un acto de amor cósmico” (Laudato Si’ 236). Vivir eucarísticamente es un compromiso con una “ecología integral” (Laudato Si’ cap. 4).