Los pequeños negocios que dan trabajo a un buen número de personas en carros y automóviles acondicionados para ofrecer comida rápida vuelven a ocupar esquinas y lugares puntuales en que ofrecen los conocidos lomitos. Los populares negocios ya forman parte del singular paisaje nocturno en las calles de Asunción, San Lorenzo, Lambaré y otras ciudades.
Los clientes llegan después de las 20:00, aseguran los vendedores, usualmente entre las 21:00 y las 23:00, porque salen de su trabajo y eso moviliza a estas pequeñas economías que dependen de estos ingresos. Según los lomiteros, se vende mucho más en ese horario. Las restricciones impuestas desde el Gobierno para bajar las cifras de contagios de COVID en las dos semanas anteriores, solo hasta las 20:00, dejaban margen para poco y nada de ventas.
Estos comerciantes se esfuerzan por ofrecer comidas higiénicas, lo que es visible en plena calle, donde han instalado lavatorios de manos, por ejemplo, para cumplir el protocolo sanitario.
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No se ve aglomeración y los lomitos se piden desde los autos. El lomito y el asadito son más ricos en la calle, aseguran los que conocen el movimiento nocturno. Los laburadores que se dedican a este menester celebran la apertura de cuatro horas más para realizar su negocio.
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La comida callejera es un valor para muchas ciudades donde esta costumbre es muy popular y en nuestras ciudades se han convertido en un punto clásico donde pasar y retirar una comida rápida. Los comerciantes de este tipo de comidas al paso aseguran que de esta manera pueden pagar de nuevo los salarios de sus empleados, ya que antes solo cumplían con una suerte de comisión, según haya clientela.