Condenan a 20 años de cárcel a empleado que abusó 8 años de una niña

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Un Tribunal Colegiado de Sentencia sentenció a 20 años de prisión a un hombre de 67 años, al comprobarse en juicio que sometió sexualmente, de forma reiterada y sistemática, durante 8 años a una menor de edad. La víctima quedó con severo daño psicológico y hasta hoy, con 22 años, sigue en tratamiento.

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El Tribunal Colegiado de Sentencia de la capital, presidido por el juez Héctor Fabián Escobar e integrado por los jueces Wilfrido Peralta y Sandra Farías, condenó a 20 años de pena privativa de libertad a Juan Isidro Villalba Ríos de 67 años, cuya culpabilidad se comprobó en juicio por abuso sexual en niños, coacción sexual y violación.

El hombre sometió sexualmente, y con uso de violencia, a una niña de 9 años. El abuso fue repetitivo y sistemático durante ocho años. Sin embargo, como era sometida a amenazas por parte del victimario, la misma no denunció de inmediato el hecho, sino recién en 2020.

En la jornada de este viernes se desarrolló la presentación de réplica por parte de la defensora pública Blanca Benítez, y dúplica del Ministerio Público representado por la fiscala María José Abed. Posteriormente, el Tribunal de Sentencia pasó a deliberar para luego dar a conocer la condena.

En la jornada anterior, la fiscala Abed había solicitado la aplicación de una pena de 20 años, por el concurso de los hechos, teniendo en cuenta que el hecho se consumó mientras aún estaba vigente el anterior marco penal; la querella adhesiva, representada por el abogado Juan Claudio Gaona, había pedido 22 años de cárcel más otros 5 años de medida de seguridad, en tanto que la defensa solicitó la absolución del sexagenario por duda razonable.

Abuso se comprobó a través de informes

La fiscala María José Abed informó a ABC que el Tribunal “consideró que todos los hechos acusados por el Ministerio Público fueron probados. Se demostró a través de la declaración de la víctima en cámara Gesell, así como la declaración de los padres y hermano de la víctima.

“Las pruebas fundamentales fueron la declaración en cámara Gesell y los informes psicológicos del primer psicólogo tratante y el psicólogo del Ministerio Público”, manifestó la fiscala.

En otro momento, Abed indicó que la defensa del acusado “planteó la prescripción de los hechos, pero nosotros señalamos que no habían prescripto conforme a lo establecido en el artículo 103 del Código Penal, porque el plazo estuvo interrumpido hasta la mayoría de edad de la víctima, ya que la denuncia se hizo en 2020″.

El abogado querellante Juan Claudio Gaona, por su parte, dijo que “se probaron todos los hechos denunciados, que los abusos fueron sistemáticos, regulares y también se comprobó que imprimió violencia cuando sometía a la víctima”.

Gaona señaló, además, que la entonces niña era mantenida bajo amenaza con que nadie le iba a creer si denunciaba. Además, también se corroboró la confabulación de la señora del hoy condenado. El victimario hostigaba a la pequeña con que “si contaba le iba a pasar cosas peores”, a modo de que no denuncie.

Agregó el abogado querellante que la víctima “hasta hoy no puede dormir bien. En ese sentido se probó que hubo un daño psicológico importante. Incluso, los profesionales psicólogos detectaron tendencias suicidas”, como consecuencia de los hechos a los que fue sometida en reiteradas ocasiones.

Del abuso se supo 11 años después

La fiscala María José Abed había señalado que la víctima denunció los abusos de los que fue víctima recién en 2020, cuando tenía 20 años. Es preciso señalar que la misma fue sometida desde que tenía 9 años, es decir, desde el 2009 y prosiguió durante 8 años. El hombre tenía 54 años cuando inició los abusos.

La agente del Ministerio Público refirió que por la cronología en que ocurrió esto, primero fue un abuso sexual en niños, que luego se agravó a coacción sexual hasta llegar a la violación, ya cuando la misma tenía 15 años.

En la acusación se señala que el acusado logró ingresar a trabajar primero como jardinero a la casa de la familia de la víctima, a través de su pareja, que ya prestaba servicios en ese domicilio.

Juan Isidro Villalba ingresó primero como jardinero y tras ganarse la confianza de los dueños de casa, quedó a trabajar a diario, ejerciendo múltiples funciones del hogar e incluso acompañaba a la familia en viajes de vacaciones al interior.

El hombre poco a poco fue ganándose la confianza de los padres, que incluso estos dejaron a la niña al cuidado de este y su pareja en reiteradas ocasiones. Incluso cuando hacían viajes al exterior. Durante las ausencias del matrimonio, la pequeña vivió un infierno, ya que eran estos los instantes que aprovechaba el acusado.

Abed expuso que la víctima decidió denunciar los abusos en el tiempo de pandemia y que el encierro, por las emociones que generaba, funcionó como detonante, según explicaron los psicólogos durante el juicio.

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