En el Día de la Sagrada Familia, se realizaron confesiones esta mañana en la Iglesia La Encarnación y la última peregrinación del año, hasta la Catedral Metropolitana de Asunción, donde la misa central estuvo a cargo del cardenal Adalberto Martínez.
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Al final de la eucaristía, se procedió a la clausura de las puertas del recinto religioso, que da por concluido el Año Jubilar de la Esperanza, que fue inaugurado por el papa Francisco y finaliza bajo el pontificado de León XIV, quién el 6 de enero hará un acto similar en la Basílica de San Pedro. El Jubileo, tiempo de gracia y de perdón de los pecados a través de la indulgencia, se habilita cada 25 años, el próximo será en el 2050.
Durante su homilía, el cardenal exhortó a las autoridades a contar con políticas públicas al servicio de la familia y del bien común.
“Cuidar a la familia no es solo una tarea privada; es una responsabilidad de toda la sociedad. Cuando hablamos de políticas públicas, hablamos de decisiones concretas que, deben poner verdaderamente en el centro, a la persona humana y a la familia”, expresó.
Salud para todos
El cardenal Adalberto Martínez también abogó por políticas de salud que “lleguen a todos”, para mejorar el cuidado de la familias.
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El 2025 cierra con una crisis de atención en salud por la falta de medicamentos y especialistas en hospitales públicos y del Instituto de Previsión Social (IPS), que en muchos casos se transformaron en “demoras mortales”, según las denuncias hechas por los propios funcionarios de blanco.
“También hablamos de políticas de educación accesible y de calidad, de trabajo digno, de vivienda adecuada y de protección social efectiva”, insistió el religioso.
Los fieles coparon la Catedral, luego de acompañar la última procesión del año por las calles del microcentro asunceno. También presenciaron el cierre de puertas de la Catedral, que marcó la clausura del Año Jubilar.
Bienes públicos
“Los bienes y recursos que pertenecen a todos —lo que llamamos erario público— son fruto del esfuerzo cotidiano del pueblo y están llamados a volver al pueblo convertidos en cuidado y dignidad", dijo Martínez.
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“Cuando estos bienes no cumplen su finalidad, no estamos ante un problema meramente administrativo, sino ante familias concretas que cargan sobre sus hombros lo que debería ser una responsabilidad compartida”, lamentó arzobispo.
El cardenal pidió igualmente defender la soberanía de la familia, lo que implica crear condiciones reales para que esta pueda educar a sus hijos, cuidar a los ancianos y a los enfermos, transmitir valores, trabajar con dignidad y proyectar su futuro sin quedar atrapada en la pobreza o la exclusión.
“Esto incluye de manera especial a las comunidades campesinas, indígenas y a las familias migrantes”, manifestó.