Riveros señaló que, al momento de la llegada del ejemplar, el Refugio no contaba con las condiciones ni la experiencia necesarias para el manejo de grandes felinos, en especial del yaguareté. Indicó que el espacio había sido creado inicialmente para albergar cuatro especies en particular, afectadas por el embalse de Yacyretá, lo que obligó a replantear su infraestructura y objetivos.
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La situación derivó en dos acciones fundamentales. La primera fue adaptar el sitio para recibir al jaguareté, que en ese entonces era un cachorro, lo que permitió disponer de tiempo para la construcción del recinto donde actualmente se encuentra Chiqui, siguiendo las normas internacionales vigentes para la conservación y protección en cautiverio del jaguareté o Panthera onca.
La segunda acción fue la incorporación de un profesional veterinario capacitado en el manejo de grandes felinos, además de asignar al animal un cuidador exclusivo durante tres años consecutivos.
Asimismo, Riveros explicó que Chiqui se crio toda su vida en cautiverio, aunque en el año 2017 surgió un importante desafío cuando desde la margen izquierda de Yacyretá, lado argentino, se anunció un proyecto de repoblación del yaguareté en los Esteros del Iberá.
Si bien existía población de la especie, la falta de reproducción ponía en riesgo su continuidad, por lo que se impulsó un proyecto que, en dos años, permitió el nacimiento de dos crías.
En 2019 se concretó el retorno de Chiqui al Refugio de Yacyretá y, poco tiempo después, se incorporó una hembra llamada Xena. De la primera camada nacieron dos machos, mientras que en la segunda camada se registró el nacimiento de un macho y una hembra. Actualmente, el Refugio Faunístico Atinguy alberga a seis yaguaretés.
Finalmente, el profesional señaló que el principal desafío actual es la elaboración de un proyecto que permita la repoblación del yaguareté en el Chaco Paraguayo o, en su defecto, la concreción de un convenio con el lado argentino, que ya se encuentra en marcha.
Uno de los objetivos es incorporar un reproductor macho, considerando que Chiqui aún podría ser viable reproductivamente por tres o cuatro años más, antes de su jubilación, etapa para la cual se trabaja en un proyecto que contempla su liberación y permanencia en libertad durante sus últimos años de vida.
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