Avivados ante la desgracia

Richar Ramón Pereira, padre del joven víctima de un policía “gatillo fácil”, alertó que mientras muchas personas solidarias los ayudan, otras realizan actividades a nombre de su hijo, pero se quedan con el dinero. Aseguró que incluso intentaron estafarlo.

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El padre de familia es de profesión herrero, pero desde que su hijo quedó parapléjico a raíz de un balazo que recibió en la columna vertebral, solamente los domingos puede trabajar, vendiendo detergentes en su vehículo. “Soy herrero pero ya no hago más, es difícil porque tengo que quedarme con él (su hijo) todos los días”, comentó.

Expuso que esta semana cumple su primer mes en el Centro de Rehabilitación y le restan dos meses más. “Está aprendiendo a vivir con el cuerpo que tiene ahora, es impresionante lo que ha logrado”, refirió, según informes de Claudio Genes, periodista de ABC Color.

Como los gastos son enormes para tratar a Richar Pereira, la solidaridad de la ciudadanía es la principal fuente de recursos para hacer frente a los gastos, que oscilan entre G 200.000 y G 300.000 por día. “La gente pagó este mes, los amigos, gente que ni conocemos, de todos lados nos llamaron a solidarizarse, pero la gente no puede estar todo el tiempo solventando nuestros gatos. Quiero pedirle al gobierno que nos ayude, porque fue un personal del gobierno el que hizo esto”, expresó.

Aprovechó la oportunidad para agradecer a las personas que colaboran con Richar. “A la gente le digo gracias por el apoyo, de todo corazón, si no fuese por ustedes no sé qué sería de mi hijo ahora, y quiero abusar de ustedes y pedirle que nos sigan ayudando”, señaló.

Sin embargo, indignado comentó que mientras muchos se solidarizan con su causa, muchos otros lucran a nombre del joven. Dijo que fue informado de personas que realizan actividades como polladas y otras ferias de comida a nombre de Richar, personas extrañas, pero que nunca le remiten el dinero. “Quisiera pedirle a la gente que no caiga, hay gente que organiza eventos y no estoy ni enterado; esa plata no llega”. Agregó que en J. Augusto Saldívar una persona salió a pedir dinero con una alcancía a nombre de su hijo.

También recibió una llamada de estafa desde la cárcel de Tacumbú, donde los inescrupulosos se hicieron pasar por funcionarios de la empresa Tigo y le prometieron triplicar el dinero que tenía pero antes debía depositar un giro, hecho que le hizo sospechar; además le pidieron que durante toda la transacción no debía cortar la llamada. Afortunadamente no cayó en la trampa.

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