Sin salud ni educación, la infraestructura no sirve

“Si la gente está enferma y no tiene educación, la infraestructura no sirve”, afirmó el exministro de Hacienda César Barreto en una nota para la revista Empresas y Negocios, publicada el pasado jueves, que puede conseguir en su kiosko.

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Para el economista César Barreto, ministro de Hacienda durante la última etapa del mandato de Nicanor Duarte Frutos, el actual Gobierno no debió dejar tan de lado la educación y la salud. Manifiesta que el endeudamiento no puede ser la estrategia del desarrollo económico del país, sino apenas un soporte por un corto periodo de tiempo. Habla también de la cuestión política, el desempleo, los impuestos y la dependencia de los países vecinos.

¿Por qué su paso por el ministerio de Hacienda fue tan corto durante el gobierno de Nicanor?

El cierre de Gobierno siempre es un tema complejo. Como hubo un cambio de un partido político a otro, me pareció que debía insertarme al sector privado nuevamente. No soy una persona que viene del mundo político, tampoco con muchos recursos, entonces tenía que volver a trabajar en el sector privado. Entonces surgió una oportunidad y decidí salir. Aparte tuve un problema con el sindicato del Ministerio de Hacienda porque habían hecho un acuerdo de contrato colectivo con el Gobierno antes de que yo asumiera, que yo no quise firmar. Creo que el funcionario público tiene que regirse por ley y no por contratos colectivos, porque el que gestiona el Estado actúa en nombre del pueblo.

¿Ese contrato fue firmado posteriormente?

Sí. Pero hasta ahora creo que no pueden existir los contratos colectivos en la función pública. Lo que sí tiene que haber es una ley que regule todas las obligaciones y beneficios que pueden tener los funcionarios. Más allá de eso, ningún administrador debiera poder firmar ningún tipo de contrato colectivo.

¿Cómo afecta eso al Estado?

Afecta mucho. Generalmente los contratos colectivos comprometen beneficios que están más allá de lo que está previsto en la ley, y hay que asignar recursos para poder cumplir con eso. Uno de los graves problemas que tenemos en Paraguay es que los recursos comprometidos ya con salarios y beneficios con funcionarios públicos son muy altos, una carga muy pesada que restringe mucho la capacidad del Estado para cumplir sus funciones más importantes para la gente. Gran parte de los ingresos del Estado van para pagar salarios y beneficios de miles y miles de funcionarios públicos. Es algo que tenemos que ir regulando más y ser muy cuidadosos, porque esos compromisos siempre son de largo plazo. No es que se asume hoy el compromiso y mañana se puede cambiarlo. Por ejemplo, el aumento salarial que otorgaron en el año 2012 descalabró las finanzas públicas, hace más de cinco años que no podemos salir de esa situación.

¿Qué medidas acertadas tomó Cartes relacionadas al funcionariado público?

Por lo menos no creció el número de funcionarios públicos como venía creciendo en los años anteriores. También hubo una contención salarial en los últimos dos años. Y si bien, al principio, la matriz salarial que implementó parecía una buena idea, en realidad terminó complicando más la situación porque la parte flexible de los salarios se convirtieron en inflexibles al incorporarlo en el salario fijo. Hay que ser conscientes de que es muy difícil que uno pueda congelar salarios de funcionarios públicos por un periodo largo de tiempo. Eso no es razonable. En un ambiente donde hay inflación, no se puede mantener con salario fijo a la gente por cinco años, hay que compensar el poder adquisitivo de los salarios. Eso generará una presión para el próximo gobierno. Hubiera sido más razonable, desde mi punto de vista, que se mantenga el poder adquisitivo de la gente, entonces no se acumula una demanda muy grande que se está visualizando.

¿Cómo evalúa los resultados económicos del actual Gobierno?

En general, le tocó a este Gobierno un periodo más complicado que al anterior. Un escenario mucho más complejo, con Argentina y Brasil en crisis, y los precios de los commodities que cayeron. Lo que hizo este Gobierno fue tratar de compensar eso endeudando al país. Tratar de sostener una economía que funcione relativamente mejor que los vecinos, por lo menos.

¿En qué cree que este Gobierno debió invertir y no lo hizo?

En este Gobierno, las prioridades fueron las obras públicas. La educación no se podía haber dejado tan de lado y la salud, que es lo que la gente más reclama. La salud y la educación son aspectos que le afectan a la gente en el día a día, y tienen que ser prioritarios, incluso, por encima de las infraestructuras. Podés tener mucha infraestructura, pero si la gente está enferma o no tiene educación, no está formada, la infraestructura no sirve.

¿Cuál es su postura hoy sobre el endeudamiento?

Deberíamos tratar de no endeudarnos, porque la deuda no es la que nos va a llevar al desarrollo, sino el ahorro. Lo que uno nota en los países que se han desarrollado en los últimos 30 años es que se han basado en el esfuerzo. Y ¿cuáles son los esfuerzos? Estudiar, trabajar, ahorrar mucho y ser sumamente creativo. Son las bases fundamentales del desarrollo. La deuda no forma parte de ella. Puede ser un soporte por un periodo corto de tiempo, ayudarnos a despegar, pero no se puede recurrir a la deuda como una estrategia a largo plazo de desarrollo económico del país.

¿Qué es lo más preocupante de la deuda actual?

A partir del 2013 se empezaron a emitir deudas (bonos). Nuestro ritmo razonable para endeudarnos era lo que estaba previsto en la ley de responsabilidad fiscal, que es un déficit máximo de 1,5% del producto interno bruto (PIB), que en término de plata significa a un ritmo de USD 500 millones. El gobierno de Cartes inicialmente empezó a emitir (bonos por) USD 1000 millones, USD 800 millones, y yo dije que ese ritmo era insostenible, que había que bajar, y es lo que están haciendo en este momento. Podemos seguir endeudándonos a este ritmo por lo menos hasta el 2023, más allá tampoco porque debe ser una medida transitoria.

¿Por qué hasta el 2023?

En el 2023 vamos a llegar a una deuda de alrededor del 30% del PIB, eso es entrar ya en —zona de— luz amarilla y hay que tener mucho cuidado. Además, la carga de salarios será mucho más pesada y tenemos que empezar a equilibrar nuevamente e invertir los recursos que genuinamente generemos. Ojalá vayamos reestructurando el presupuesto y que los ingresos adicionales que tengamos no lo tiremos de vuelta a pagar más sueldos, como se hizo en el 2012.

¿Qué formas de financiamiento son las más adecuadas para nuestra economía?

Gasto público hay que financiarlo con impuesto de manera permanente, con ingresos genuinos. Si vamos a mejorar la educación, a hacer una reforma, con maestros más capacitados a los que tenemos que pagarles mejores sueldo; entonces, tenemos que aumentar los impuestos para poder financiar un mayor gasto en educación. Lo que podés hacer es que transitoriamente, uno, dos o tres años, mientras estás encarando un plan, endeudarte para cubrir esa brecha inicial, pero en el mediano plazo tenés que cubrir ese gasto adicional con ingresos genuinos, impuestos, tasas, tarifas o contribuciones.

¿Habría que aumentar los impuestos?

Los impuestos están relacionados con los servicios públicos que presta el Estado. En la medida en que un país se va desarrollando, necesita bienes y servicios públicos más complejos, de mejor calidad y más costosos. Bajos impuestos implican tener servicios públicos de baja calidad, como educación y salud. Pero tampoco podés hacer nada muy diferente, porque si cargas impuestos muy altos a una economía precaria, tecnológicamente poco desarrollada, muy poco capitalizada, con muy baja productividad, lo único que vas a hacer es matar las actividades. No se pueden hacer cambios bruscos ni en temas tributarios ni en temas de los servicios públicos. Lo que hay que hacer es ir avanzando gradualmente en reformas que sean sostenibles, y que seamos capaces de pagarlo en el tiempo, mejorando la calidad.

Pese al crecimiento de años, el desempleo aumentó con relación al 2016. Esas cosas no se pueden analizar como fotos, hay que mirar la película. Creamos muchos empleos en los años en que la economía realmente creció desde el 2006 hasta el 2013, donde todo era positivo y se llegó a generar hasta 120.000 puestos de trabajo por año. Y entraban al mercado laboral unos 70.000 jóvenes, porque la economía crecía en los sectores en los cuales se creaban empleos. Lo que pasa en estos últimos años es que este cambio de ciclo que hay en el mundo nos impacta. Nos condiciona el contexto y nos afecta dinámicamente. La capacidad de crecimiento de la economía paraguaya es mucho más baja que antes y no es capaz de crear la cantidad de puestos de trabajo que la gente está demandando.

¿Qué se puede hacer para revertir el desempleo?

Las perspectivas son positivas. Tenemos una economía relativamente ordenada. Si Brasil y Argentina se estabilizan y empiezan a crecer un poquito, los precios de los commodities se estabilizan en los niveles en que están, vamos a ir recuperando el ritmo que teníamos, aunque no el mismo nivel, pero creciendo menos vamos a poder ser capaces de crear la cantidad de puestos de trabajo que hacen falta. Aquí lo único que puede complicar es la política. Por lo menos el tema de la reelección terminó, que era un ruido demasiado grande que podía haber cambiado totalmente la perspectiva económica del país. Ahora entramos a un juego electoral que es más normal y esperemos no se desborde.

¿Qué puede hacer Paraguay para que las crisis de Brasil y Argentina impacten menos?

Buscar relacionarnos con más países, más estables y desarrollados, menos dependientes de las mismas cosas que dependemos nosotros. Con la carne logramos hacerlo, que es el éxito más grande tal vez en términos de relacionamiento internacional. Hoy somos muy dependientes de Brasil en el tema de maquila. La misma base competitiva que tenemos frente al Brasil también es válida frente a otros países más estables. Solamente en Sudamérica buscaría más relacionamiento con Chile, Perú, Colombia, Ecuador y México, que tienen más estabilidad en sus políticas y relacionamiento comercial. También con los países asiáticos, como Corea del Sur y Japón.

¿Qué podría aportar de nuevo Santiago Peña siguiendo el actual modelo Cartes?

Es una persona joven, sin experiencia política y está por verse si es capaz de desarrollar un liderazgo político. Uno tiene que tener ciertas habilidades, relaciones, influencias, no es fácil tener liderazgo político.

¿La falta de autonomía política y económica de Peña serían obstáculos a la hora de tomar medidas necesarias para el país?

En nuestro país, donde hay mucho caudillismo, mucha base dirigencial que tiene cierta lógica en su funcionamiento, desarrollar un liderazgo político capaz de liderar un proceso, es algo que está por verse. Tengo temor de que esa falta de experiencia le lleve a tener mucha dependencia —suponiendo que llegue a ser presidente— de una estructura. Hay personas con más experiencia, a la que le ha costado poder manejar eso. Pero uno espera que le vaya bien.

¿Cómo ve el liderazgo en la oposición para enfrentar en el de 2018 al Partido Colorado?

Lo que se nota es mucha dificultad de poder congeniar en una visión común. Hay mucho personalismo, entonces, es difícil confluir de forma clara en un liderazgo que sea capaz de llamar la atención de la mayoría de la gente. Pareciera ser que si se juntan podrían ganar. Pero juntarse es tan complejo, porque hay muchos líderes que tienen una visión de que ellos son los únicos que pueden ganar.

¿Quién cree que podría enfrentar al partido de Gobierno, con chances de ganar?

Si hay un único candidato, que relativamente sea llamativo para la gente, hay más votos fuera que dentro del Partido Colorado. Pero tiene que ser un candidato único, detrás del cual estén todos los partidos de la oposición. Eso es lo que no se ve todavía. Veremos si lo desarrollan en los próximos meses.

En el 2013 usted había sido parte del equipo económico de la lista presidencial del PLRA. ¿Va a colaborar con algún proyecto electoral para las elecciones del 2018?

En el 2013 le apoyé a Efraín Alegre, básicamente por una relación de amistad que tengo con él. Lo ayudé en alguna parte de su programa económico, pero en este momento quiero mantenerme más prescindente. No hay tampoco tantos extremos en la visión de lo que se tiene respecto a la economía del país. Voy a estar mirando la economía y proponiendo cosas respecto a Itaipú, la educación y reforma de seguridad social desde la Fundación Desarrollo en Democracia.

QUIÉN ES César Amado Barreto Otazú (46) es economista con maestría en Economía Aplicada en la Universidad Católica de Chile. Fue gerente general de Hutchison Telecom Paraguay durante cinco años. Es uno de los fundadores de la Agencia Financiera de Desarrollo (AFD) y fue ministro de Hacienda en la última etapa del gobierno de Nicanor Duarte Frutos (2007–2008). Como hubo un cambio de Gobierno de un partido político a otro, le pareció que debía insertarse al sector privado nuevamente. “No soy una persona que viene del mundo político, tampoco con muchos recursos, entonces tenía que volver a trabajar en el sector privado. Entonces surgió una oportunidad y decidí salir”, comenta al explicar porque no llegó hasta el final del mandato gubernamental. En la actualidad es el director y gerente general del Banco Familiar y forma parte de la Fundación Desarrollo en Democracia. En sus tiempos libres lee, sale a caminar o se entretiene viendo películas. Tiene cuatro hijos, de 24, 22, 15 y 12 años.

 

* Publicada en la edición número 65 de la Revista Empresas y Negocios, publicada el pasado jueves.

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