La ciudad de Pilar —también conocida como la Perla del Sur—, capital del departamento de Ñeembucú, ha sido durante décadas sinónimo de historia profunda, legado textil y, desafortunadamente, aislamiento geográfico. Sin embargo, una agresiva y coordinada estrategia de inversión pública y privada está transformando radicalmente su perfil, posicionándola hoy como otro polo de desarrollo logístico y agroindustrial clave para el Corredor Sur del Mercosur.
El cambio de paradigma es monumental, pasando de ser una zona postergada y vulnerable a las inundaciones, a convertirse en un punto económico protegido, conectado por rutas de exportación y con una matriz productiva diversificada que combina la tradición manufacturera con la agricultura de alta tecnología.
El corazón industrial y su gigante textil
Al igual que la ciudad, que ha sido testigo y protagonista de la historia de Paraguay –con más de 246 años desde su fundación–, el “pulmón” económico de Ñeembucú sigue latiendo fuerte en la Manufactura de Pilar SA (MP), la mayor fábrica textil del país. Fundada en 1930, esta empresa no solo representa un patrimonio industrial, sino que es un motor de empleo crucial, llegando a generar ingresos directos e indirectos para unas 2.500 personas en su momento. Hoy trabajan alrededor de mil personas en toda la cadena.
La MP opera bajo un modelo de producción integrada respecto al algodón, que maximiza el valor de cada materia prima. De esta planta, no solo salen millones de metros de tela al año para exportación regional y producción nacional, sino que también cuenta con un importante plan de reforestación con más de 20 años de vigencia.
El auge del agro y rendimientos de escala
Al margen, mientras el algodón lucha por su reactivación, el sector primario de Ñeembucú ha encontrado una nueva potencia en el arroz bajo riego. La región, que históricamente ha sido ganadera por excelencia (con un inventario que supera las 600.000 cabezas de ganado), se ha convertido en uno de los polos arroceros más dinámicos de Paraguay.
El crecimiento ha sido explosivo: el área arrocera pasó de 128 hectáreas en 2013 a unas 70.000 hectáreas bajo riego en la campaña 2024/25, con proyecciones de superar estas cifras en los próximos periodos. Lo más relevante para los inversores son los indicadores de productividad: gremios locales reportaron rindes que superaron 6,75 toneladas por hectárea, niveles atractivos, incluso, para el terreno internacional. Este boom está impulsando una cadena de valor creciente en servicios logísticos, financieros e infraestructura de riego.
La inversión estratégica que cierra la brecha logística
El factor determinante para el despegue económico de Pilar es la inversión en infraestructura, que superaría fácilmente los US$ 200 millones en el departamento de Ñeembucú y busca eliminar los riesgos históricos:
Seguridad hidráulica: el proyecto de defensa costera (actualmente en fase B) es la obra estructural que cambia el perfil de riesgo. Con aproximadamente 15 km de diques y murallas y 22 estaciones de bombeo, esta inversión proporcionará seguridad permanente a los más de 34.000 habitantes. Durante su ejecución –a pesar de arrastrar varios conflictos con relación a licitaciones y presentación de diseños–, ya ha demostrado su efecto multiplicador, beneficiando a 42 empresas locales como proveedoras de insumos.
Conectividad fluvial confiable: la terminal portuaria de Pilar, estratégicamente ubicada a orillas del río Paraguay, posee una ventaja competitiva vital: garantiza calados de 10 pies casi todo el año, incluso durante el estiaje. Esta fiabilidad operativa frente a los problemas recurrentes de bajo caudal en la hidrovía posiciona a Pilar como un punto de transferencia intermodal esencial.
Integración binacional: la ruta PY19 ya se encuentra en proceso de rehabilitación, asegurando el acceso terrestre al puerto. La prioridad estratégica del Gobierno es la construcción del puente internacional Pilar–Colonia Cano (Formosa, Argentina), un proyecto apoyado por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), que posee como año meta de culminación el 2028. Este puente consolidará a Pilar como un verdadero hub logístico binacional en el Corredor Sur, dinamizando el comercio y aprovechando la balsa fluvial ya reactivada.
Adicionalmente, la construcción de la avenida Costanera y el Parque Lineal (inversión de más de US$ 25 millones) no solo modernizarán el entorno urbano, sino que crearán hasta 800 empleos directos, impulsando el turismo y el capital social, elementos necesarios para la retención del talento humano en la región.
Desafíos y perspectivas
Para materializar este potencial, Pilar debe gestionar dos grandes desafíos. El primero es sectorial: la crisis de la pesca extractiva por la bajante del río exige una rápida reconversión hacia la acuicultura industrial para estabilizar los ingresos de las comunidades ribereñas.
El segundo es estratégico: atraer la inversión bajo el régimen de zonas francas para capitalizar plenamente su posición como hub portuario, aeroportuario y vial. Al asegurar la diversificación industrial y atraer empresas que transformen el arroz y la ganadería en productos de mayor valor agregado, Pilar podrá dejar atrás su historia de aislamiento.