Autoengaño

Sorprendió en la semana la declaración del Jefe del Gabinete Civil de la Presidencia de la República, Juan Ernesto Villamayor, sobre la gestión del Ministro de Salud, Dr. Julio Mazzoleni.

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Según Villamayor, el mandato del ‘Capitán’ tiene un carácter bifronte; en uno está sobresaliente y en el otro, aplazado.

“Ser un buen médico no quiere decir ser un buen administrador”, fue la tesis de su pensamiento. Suena lógico, pero realmente es un error intencional con un propósito exculpatorio.

Villamayor quiere restarle a Mazzoleni la responsabilidad de garante en el fallido proceso de compra de insumos médicos y la baja ejecución presupuestaria en tiempos de pandemia.

Es la misma línea trazada por el responsable de la Comisión Especial de Supervisión y Control de Compras Covid-19, Arnaldo Giuzzio, quien sentenció –fuera del ámbito jurisdiccional– que el caso de la estafa china no generó un “daño patrimonial”.

Villamayor fue incluso más allá en sus conceptos y aseguró que el ministro de Salud está cumpliendo con su rol “misional”; es decir, está garantizando la salud pública. ¿Cómo un mal administrador puede cumplir su misión?

El Poder Ejecutivo quiere confundirnos o es quien está confundido. Es indivisible el rol administrativo del ministro y su misión de salvaguardar la salud de la población. Lo dice la Constitución Nacional en sus artículos 240 y 242.

Pero más allá de la cuestión legal, quien entiende someramente de una gestión de procesos por resultados sabe que si no gestiona adecuadamente sus procesos, no logrará cumplir su misión. Así de simple.

Cualquier administrador que pretenda un resultado debe regirse mínimamente por el ciclo establecido por W. Edwards Deming, con el cual ayudó a levantar la industria japonesa luego de la Segunda Guerra Mundial.

El ciclo de Deming está constituido por cuatro pilares: planear, hacer, verificar y actuar. El ‘Capitán’ omitió los dos últimos elementos o tuvo un silencio cómplice.

En cuatro meses ejecutó sólo el 0,78% de los US$ 514 millones que le fueron asignados con los fondos previstos en la Ley de Emergencia Nacional para hacer frente a la pandemia; es decir, US$ 4.000.000, según lo dijo el Presidente de la República el pasado 1 de julio.

Esto convierte a Mazzoleni en un mal administrador y su mala gestión pone en riesgo la salud pública. La estatua del buen líder hoy tiene pies de barro.

Los casos de covid-19 crecen ahora con proyección geométrica y, mientras eso ocurre, el Gobierno sigue confundiéndose entre la incompetencia y el autoengaño.

roberto.coronel@abc.com.py

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