Aventureros cuerdos

Así como la marea es incontenible, la gente, ya cansada y agobiada del prolongado encierro, empieza a salir de sus casas. Se observa todos los días en las avenidas, playas, plazas.

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Con la llegada de la temporada estival la situación cobra intensidad, y nos coloca en la encrucijada de si nos quedamos (con nervios incluidos) o nos arriesgamos a salir. A la vista está que la gente optó por lo segundo.

Y no solamente por una necesidad de salud mental, sino por una realidad puntual que es la crisis económica que afecta a toda la población.

Esta crisis golpea mortalmente al sector más vulnerable de la sociedad. A aquel que perdió el empleo, a aquellos que viven el día a día mediante su trabajo cotidiano y también a aquellos que gozaban de cierta estabilidad y holgura. Nos encerrados por miedo a enfermarnos del covid-19 y terminamos enfermos por el bajón económico.

Sin dudas, superar esta coyuntura requiere coraje. Asumir el riesgo de salir a volar, como lo hace el águila que llegado el momento se lanza al vacío y empieza el vuelo. La otra alternativa es morir de hambre en el nido.

En este sentido, un ejemplo más que auspicioso y válido de reconocimiento es la iniciativa de diversos representantes del sector privado ligado a la actividad turística en Encarnación y en el departamento de Itapúa y de las autoridades municipales de poner en juego la creatividad, y hasta con cierta dosis de temeridad, generar una estrategia de acción sintetizada en un “protocolo” con el cual responder a la situación planteada.

Esta herramienta es la llave para salir de la crisis dentro de un esquema de riesgos calculados. O salimos de nuestras madrigueras con un plan de acción predeterminado o nos resignamos a morir sin hacer el intento.

Si bien el Ministerio de Salud aprobó en general un protocolo, todavía no se decide su puesta en ejecución. La realidad, sin embargo, es más dinámica, y supera al formalismo. Estamos ante un escenario en el que el agua desborda del cántaro.

Retener a la gente en sus casas es literalmente imposible. Sólo nos resta actuar con inteligencia y aplicar las medidas de cuidado para que ese desborde se convierta en caos.

Como dice el viejo refranero: “La aventura es loca, pero el aventurero cuerdo”.

jaroa@abc.com.py

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