Años de corrupción e impunidad tienen sus consecuencias. Evidentemente no en lo judicial –pues son yararás de la misma bolsa–, pero sí en un sector de la población harta de ellos. El bienestar efímero que vive el paraguayo siempre corre peligro ante la amenaza de alguna enfermedad que lo pueda llevar a perder todo lo que con tanto esfuerzo construyó. Un diagnóstico médico puede significar la ruina.
Esta situación es la misma desde hace décadas y nada tiene que ver con la pandemia. Pacientes sobrellevando su dolor en los pasillos de hospitales. Polladas y rifas para comprar medicamentos o, en el peor de los casos, cubrir los gastos del sepelio.
Sumiso y con necesidades es como nos quieren para aparecer con sus “favores”. Con orgullo, el propio Abdo Benítez hizo muestra de ese tradicional prebendarismo cuando de su bolsillo compró los medicamentos que un hombre rogaba en el hospital regional de Villarrica.
Ellos no quieren que se les exija, prefieren que se les ruegue de rodillas. Que los paraguayos que viven en la miseria toquen el timbre de los presidentes de seccional para que estos les donen un cajón barato y les gestionen un pedazo de tierra donde enterrar a sus muertos.
En condiciones como estas, por supuesto que todo acto de protesta será señalado como vandalismo. Incluso, un representante del Ministerio Público, el fiscal Ángel Ramírez, dijo que protestar está prohibido, no importa la hora ni el lugar.
El derecho a la manifestación está garantizado en la Constitución Nacional. Las formas son discutibles. El caos siempre es aprovechado para los saqueos y actos de vandalismo que no son otra cosa que un síntoma más de la ausencia total del gobierno o su absoluta incapacidad para manejar la crisis.
Destruir locales comerciales, incendiar vehículos y robar son actos de vandalismo porque se daña a terceros que nada tienen que ver en la cuestión. El siniestro en el local de la ANR es un acto de protesta violenta, es una reacción furiosa de la ciudadanía. Puede ser que el lugar haya sido dejado sin custodia adrede, puede también que entre los manifestantes haya habido infiltrados. Pero existe un sector de la ciudadanía cansado de tantas mentiras, de tanta violencia disfrazada, de tanto robo. Conozco cientos de paraguayos de bien que no matarían ni una mosca, pero que en el fondo de su corazón, tímidamente, desearon alguna vez ver arder la ANR.