Ángela épica

Este fin de semana supuso la despedida definitiva de la Canciller alemana Angela Merkel luego de 16 años en el cargo. Su legado será sin lugar a dudas la gran melancolía por su partida que empieza hoy e irá creciendo en los siguientes años cuando la recuerden. Cuando recuerden ¿qué? ¿Sus discursos? No. ¿Sus posiciones extremas? No. Su mesura. Sus decisiones. Su ejemplo.

Cargando...

Hay pocos líderes a nivel mundial que hayan hecho tanto por su país y el mundo sin mostrarse autosuficientes o sin acompañar a sus acciones grandes de la grandilocuencia propia del político promedio.

En épocas en donde la política en Occidente — especialmente en toda América — se debate en una retórica hostil y en posiciones extremas ideológicas (o pseudoideológicas) Merkel mantuvo siempre la sobriedad, antepuso a sus convicciones el bienestar nacional y europeo.

De profesión física parece haber aplicado sus conocimientos científicos en la construcción de su mandato combinando la dura tarea de gobernar un estado federal y los intereses de una Europa convulsionada que pasó por momentos que parecían catastróficos desde la crisis del Euro al Brexit.

No han sido pocos los líderes mundiales que se sentaron al costado del camino esperando verla fracasar. Por lo que a más de uno les sorprende hoy verla dejar el cargo con la misma austeridad y simpleza con el 80% — sí, 80% — de aceptación de la opinión pública alemana.

Estoy seguro que el lector dirá que no podemos compararnos con la mayor potencia europea. Sin embargo hay muchas lecciones que esta enorme figura puede dejar a la política latinoamericana mirando ya lo que a futuro y a la distancia extrañaremos en poco tiempo más.

1. Es importante tomar decisiones. No importa cuánto cuesten. Tomar decisiones en base a información adecuada y fundadas en argumentos científicos acompañan casi siempre el acompañamiento de la ciudadanía.

2. Los gobernantes necesitan mucho más de hechos y menos de discursos para gobernar. Vivimos en sociedades en las que las decisiones políticas hablan tan fuerte que no nos dejan oír lo que dicen los políticos. Declamar sobre ideas o supuestos logros no sirve de nada si lo básico no está resuelto.

3. La sencillez es una característica que enaltece la investidura. Mientras nuestros políticos se llenan de pompa y boato, de secretarios, guardaespaldas, comitivas y adulones, la canciller acompañada de su marido se dejaba ver yendo de compras a la panadería como cualquier otro ciudadano alemán.

Quienes la conocen aseguran que haber crecido en Alemania del Este la convenció de la necesidad de colaborar con los inmigrantes que huían hacia Europa corriendo de dictaduras, guerras étnicas y estados fallidos. Le valió no pocas críticas tanto por sus conciudadanos como por la comunidad europea.

No se apeó de sus ideas. Luchó sin hacer discursos que amplifiquen sus logros. Comunicó con voz firme pero nunca jactanciosa. Dejó que otros la alaben y escuchó las críticas en silencio.

No reconocer su liderazgo sería no ver una luz en el camino a los liderazgos populistas y autoritarios que pululan en América Latina. Hay mucha pedagogía aún por realizar en política. Y esa pedagogía queda en manos de los líderes. Apartar a chupamedias, ganarse a la gente por los hechos y evitar encumbrarse con logros que se realizan gracias al esfuerzo del pueblo que gobiernan.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...