Como todos los años en esta fecha, miles de paraguayos residentes en el país y también en el exterior rinden su devoción a la Santa Patrona del Paraguay, devoción que se manifiesta de muchas formas, entre ellas como peregrinación hasta la Basílica de Caacupé, en una tradición muy arraigada ya en nuestro pueblo desde hace décadas. Y el mensaje de la misa central es esperado con comprensible expectativa, por parte de muchos con ilusión y esperanza, mientras por otros hasta con algún temor.
A lo largo de los años, la prensa siempre se ha hecho eco de estos mensajes, los cuales en época de la Dictadura fueron quizás muy tibios, afilándose hacia el final de la misma cuando ya hacía agua y su caída era perceptible. Con la llegada de la democracia, lastimosamente no supieron aprovechar el momento -al igual que las demás fuerzas vivas- de contribuir definitivamente al cambio que precisaba y precisa nuestro país, manteniendo un cómodo status quo que perdura, hasta llegar a nuestros días donde escuchamos este mensaje potente y desafiante… que nuestros líderes reciben sonrientes, pero dejándonos la duda de si realmente cala en sus conciencias.
En términos de “afluencia de público”, la peregrinación a Caacupé es un éxito de taquilla: Más de un millón de personas acuden cada año, durante las celebraciones, pero también en otras fechas. Y justamente sobre este aspecto es que el Cardenal Cristóbal López lanza un durísimo desafío cuando dice “Peregrinar a Caacupé y seguir siendo corrupto y cometer actos de corrupción, no tiene sentido. Si ese millón de personas que van, volviesen comprometidos a ser un país mejor, más justo y fraterno, tendría sentido”.
El compromiso con los principios cristianos manifestado en forma de una conducta ciudadana honesta, en la práctica de valores como lo son la justicia, la equidad, el respeto a las leyes, pasando por cumplir con las leyes de tránsito y no pagar coimas cuando somos sorprendidos en delitos flagrantes en el mismo, eso y muchos aspectos más es lo que nos define como creyentes, no la foto frente a la Basílica. Aplica a todos y cada uno de nosotros, misma cosa para las autoridades: Sentadas en primera fila, como que el mensaje les debiera llegar mucho más claro, y no tiene ningún sentido que se retiren y sigan obrando como lo vienen haciendo. Repetimos, lo que se dice, solamente para la foto.
El domingo pasado, el presidente electo argentino Javier Milei dio un discurso largo y pormenorizado a la Nación, en el que señalaba el estado calamitoso de la economía, educación, salud y seguridad. No pretendió mentir ni engañar a nadie, sacó todos los trapos sucios a la luz, señalando con total honestidad “una verdad incómoda es preferible a una mentira confortable”. Del mismo modo, Monseñor Valenzuela manifestó muchas verdades incómodas, que esperemos no sean en vano y causen efectos en todos aquellos a quienes fueron dirigidas, llamando a la acción positiva a través del cambio con hechos concretos.