Nuestra Casa común

El 22 de abril pasado se recordó el Día Internacional de la Madre Tierra, creado en el ámbito de las Naciones Unidas como una forma de llamar la atención de los ciudadanos del mundo sobre la necesidad de cuidar nuestro planeta, este maravilloso globo azul orbitando el espacio infinito. Nuestra morada común, el único lugar que tenemos donde vivir y que, paradójicamente, nos empeñamos en destruir.

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Pese al conocimiento existente sobre la necesidad de preservar los recursos naturales, nuestras acciones no están en consonancia con ese imperativo. Según datos de la ONU, cada año en nuestro planeta se pierden unas 10 millones de hectáreas de bosques.

Huelga hablar de la vital importancia del árbol en la generación del oxígeno que respiramos y la regulación de la temperatura, de la importancia de mantener los ecosistemas y la biodiversidad que nos protegen de la propagación de enfermedades. No son casuales las epidemias que nos tienen a mal traer, como el dengue, por ejemplo.

En este tren de cosas, recientemente tomó estado público un hecho tremendamente grave ocurrido en el departamento de Itapúa, pese a la vigencia de la Ley 6676/2020 de “Deforestación Cero” en la Región Oriental, unas 140 hectáreas de bosque nativo fueron arrasadas por un productor para convertirlo en campo de cultivos. Como si fuera poco, canalizó las aguas de un esteral para secarlo y usar ese espacio con el mismo fin, según el testimonio de intervención de técnicos del Mades y el Infona.

Si bien la fiscala especializada en delitos contra el ambiente, Angelina Arriola, imputó al presunto responsable, Clovis Matte, el proceso transita los enmarañados pasadizos procesales que pueden llevar el caso al famoso y paraguayísimo “oparei”, y que requerirá, tanto de la fiscalía como del juzgado de garantías, firmeza y convicción.

Para cerrar con una dosis de optimismo este breve comentario, hago mención a una esperanzadora alianza concretada esta semana entre la Comisión Nacional de Defensa de los Recursos Naturales (Conaderna) y la Sociedad Salesiana del Paraguay, bajo el concepto del “cuidado de la Casa Común”. El convenio propone, entre otros, la cooperación mutua en acciones de educación y concienciación ambiental, aspectos claves en esto de cuidar nuestra casa común.

Rescato lo manifestado en la ocasión por el P. Néstor Ledesma, director del Equipo Ambiental de la entidad religiosa: “Todas las buenas intenciones que están en nuestro corazón necesitan de la fuerza política, de la decisión política, porque es el Estado el que primeramente vela por el bien de todos los ciudadanos” y, en este sentido, es dable destacar la valentía y decisión de la fiscal Arriola y los técnicos intervinientes en este caso. Esperemos que el esfuerzo no caiga en saco roto.

jaroa@abc.com.py

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