Producir y conservar: dos ejes complementarios del desarrollo humano

Mientras que en el Paraguay aún se discute de manera polarizada la noción de "conservación o desarrollo", el desarrollo sostenible gana vigencia en todo el mundo, y los mismos consumidores están exigiendo conocer de dónde viene lo que consumen.

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En este sentido, los mercados están exigiendo productos provenientes de un modelo sostenible, económicamente viable, socialmente justo e inclusivo y ambientalmente correcto. 

En la Región Oriental de Paraguay se dio un desarrollo acelerado a partir del año 1960, avanzando sobre los bosques. Esto fue aumentando en las décadas de los 70s, 80s y 90s con el establecimiento de poblaciones, construcción de caminos, desarrollo de las hidroeléctricas, entre otras acciones. Ante todo este escenario se creó un caldo de cultivo propicio al desorden ambiental con una deforestación que casi terminó con los maravillosos bosques en Paraguay, en particular de la ecorregión “Bosque Atlántico“.

En el 2004 se promulgó la Ley 2524 que prohíbe el cambio de uso de suelo en la Región Oriental. El promedio de la deforestación, hasta la promulgación de esa ley, fue de 120.000 hectáreas por año. Desde la promulgación, esta tasa de deforestación ha disminuido considerablemente. Lo que nos lleva a inferir que sin esta ley nuestro Bosque Atlántico ya hubiera desaparecido por completo.

Lo que necesitamos hacer hoy en la Región Oriental es proteger lo poco que queda de bosques, y aumentar el esfuerzo de restauración del paisaje (reforestación con especies nativas o con regeneración natural), restituyendo las funciones del bosque nativo. Esto se puede lograr solo con el compromiso de los entes que administran los recursos y de los usuarios de los recursos naturales, dueños de tierras y productores.

Así mismo, en la Región Occidental del Paraguay, que incluye las ecorregiones Chaco y Pantanal, podemos conservar y producir. Para que podamos producir y conservar de forma sostenible necesitaríamos concentrarnos en la consigna de mantener bloques forestales conectados representativos como reservas. A esto se suma también la conservación de los bosques de galerías o ribereños.

Al mismo tiempo, se debería mantener la conservación del 50 % de la Reserva de la Biosfera del Gran Chaco. Para levantar la vara del compromiso hacia una producción sostenible, deberíamos recomendar y promover la conservación de más bosques de lo exigido por las leyes ambientales, impulsando el pago por los servicios ambientales para los que conservan sus bosques, de forma que la conservación sea productiva y rentable, y no un "sacrificio" para el propietario.

Otra propuesta es promover la conservación de las zonas de amortiguamientos de las áreas silvestres protegidas, como ser: Parques Nacionales, Reservas Privadas, Monumentos Naturales, Reservas Naturales, Reservas Ecológicas, IBAs (Important Bird Areas, o Áreas de Importancia para las Aves), tierras Indígenas y sitios Ramsar (humedales).

En la actualidad, en el Chaco y Pantanal, ocurren grandes deforestaciones que oscilan entre 150.000 a 250.000 hectáreas por año. Desafortunadamente, al mirar una imagen satelital es muy difícil discriminar cuándo un cambio de uso de suelo es legal o ilegal. Necesitamos poder diferenciar estas deforestaciones o cambios de uso de suelo con los datos que deberían proveer los entes del Estado paraguayo encargados de las políticas públicas, que deben velar por el cuidado y uso responsable del medio ambiente. De esta manera, se podrá premiar a los que trabajan de forma sostenible con mercados más justos y diferenciados, y el sistema financiero podrá otorgar préstamos en mejores condiciones e incentivos acordes a la necesidad de los productores.

Producir y conservar no es una utopía. Es una posibilidad que requiere un gran porcentaje de voluntad política, pero también acciones conjuntas desde la sociedad civil y el sector privado.

*Directora de WWF Paraguay

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