Modelos políticos en crisis

Parece que los latinoamericanos somos como farmacia de pueblo: no tenemos remedio en cuanto a modelos de convivencia política. Ya probamos de todo: semiesclavitud colonial, independentismo criollo, liberalismo clásico, comunismo, dictadura militar, socialismo, neoliberalismo, socialismo siglo XXI y nada funciona como debiera.

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En los últimos años, en varios países se registraron cambios importantes tras sus respectivas crisis socioeconómica y política. La otrora próspera y exitosa Venezuela se ha convertido en tierra de tiranos sanguinarios y pueblo desesperado por el hambre; tras dos períodos de estabilidad y de haber adoptado el dólar como moneda oficial, el Ecuador profundo, el mundo de los indígenas, levantó el hacha de guerra y tomó por asalto Quito; en el Perú, los escándalos de corrupción tumbaron y encarcelaron a presidentes y hasta el Congreso fue disuelto por la fuerza.

Más al sur, el panorama tampoco es tranquilizador. En Brasil, varios gobiernos de izquierda socialista concluyeron con su líder principal en la cárcel y la gente eligió a un conservador de derecha; en Argentina, la ciudadanía parecía cansada de tanto populismo kirchnerista, votó por el empresario Macri y tras cuatro años de neoliberalismo, con un aumento a 40% de pobreza, ahora optó por volver al sistema anterior.

Las dos últimas explosiones alcanzaron a Chile y Bolivia. El siempre alabado país trasandino, por su estabilidad y progreso económico, de pronto, por un motivo mínimo, estalló en multitudinarias, violentas y persistentes protestas en todo el país y ahora no saben qué diablos hacer. Nuestros vecinos del Norte había sido que, en gran parte, estaban hartos del presidente indígena Evo Morales quien, al pretender quedarse en el poder por un cuarto período mediante fraude en los comicios, recibió la “sugerencia” de las FF.AA. a dejar el cargo, presentar su renuncia y rajar antes de que lo metan preso.

En este mar de disturbios ideológicos y fracaso de modelos económicos, los paraguayitos andamos sin grandes novedades. Como nuestra tierra es considerada como “el cementerio de las teorías”, aquí convivimos los reducidos movimientos izquierdistas, los nostálgicos de la tiranía stronista, los partidarios de gobiernos populistas, los militantes LGBTI, los tradicionalistas católicos, los fascistas y los conservadores de derecha que casi siempre controlan el poder.

Lo anterior parecería indicar que somos un país muy tolerante y democrático. Sí y no. Podemos grita libremente “¡Desastre ko Marito!” en cualquier plaza, pero hay una injusta y enorme brecha social entre los más ricos y los más pobres. El poder siempre está manos de una claque política dominante y los beneficios del neoliberalismo económico nunca alcanzan a las clases populares y, por ende, una significativa franja de la población subsiste en la pobreza y en la miseria.

En resumen: en nuestra región sudamericana, no hay sistema político ni socioeconómico que funcione. Los fanáticos del Che Guevara se esconden cuando se habla de Venezuela; los fachos miran hacia otro lado para no ver las delirantes acciones y declaraciones de Bolsonaro; los economistas formados con los “Chicago Boys” se quedan mudos al comprobar lo que sucede en Chile; la mitad de los argentinos festeja porque vuelve Cristina y la otra mitad llora por la misma razón; los paraguayos somos los más pobres en este vecindario, pero nos ponemos felices con nuestro tereré o, mejor todavía, con la cervecita y unos chorizos en la parrilla.

Si todos andamos a los tumbos, ¿qué sentido tiene preocuparse por nada? ¿No hay pio un truco con los muchachos esta noche?

ilde@abc.com.py

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