El término feminicidio, el cual hace referencia al asesinato de alguna mujer perpetrado por un hombre dentro de un contexto pasional o de aprovechamiento de la vulnerabilidad femenina, se hizo protagonista constante de polémicas y debates en las redes sociales. Mientras este neologismo progresista es empleado en publicaciones para nombrar ciertos asesinatos, varios comentarios arrasan para discutir el uso de esta palabra, pues se toca la cuerda frágil del orgullo que poseen varios y varias internautas.
¿Por qué existe esta discusión tan acalorada y sanguinolenta? Primeramente, la cuestión se centra en lo que entendemos por feminicidio y cuál es su concepto real y tangible. Por un lado, la Real Academia Española se refiere al feminicidio como un hecho punible cometido por un varón a causa del "machismo o misoginia".
Desde un punto de vista legal, la “Ley de protección integral a las mujeres contra toda forma de violencia” de nuestro país se refiere a este término como un asesinato realizado hacia la mujer "por su condición de tal", en un contexto pasional o en momentos en que el hombre aprovecha la fragilidad femenina.
Un punto de discusión al respecto consiste en plantearse si un hombre mataría a una chica solo por el hecho de pertenercer al sexo femenino. Entonces, juguemos un momento con esta pregunta y deconstruyámosla: ¿le tendríamos miedo a un león solo por ser un felino grande o evitaríamos juntarnos con alguien al ver su color de piel? Ya sea el miedo a que nos coman o un estigma social sin sentido, siempre hay una razón detrás del telón.
La escritora y activista Diana Russell, una de las primeras defensoras de esta polémica palabra, explica que este crimen es realmente "motivado por el odio, desprecio, placer o sentido de propiedad". Sin embargo, independientemente de conocer las raíces de este crimen, la brecha social entre personas a causa de este término sigue, tal vez, porque muchos hombres sienten que son acusados de machistas y se victimizan al decir que "las feministas meten a todos en una misma bolsa”
Al final, la sociedad tendrá que definir qué es más importante entre el orgullo antifeminista y el poder mencionar las cosas como son pues, tal y como decía la activista y filósofa Celia Amorós, "nombrar es politizar". Mientras las perjudicadas reales son chicas que fueron maltratadas psicológicamente, violentadas, abusadas o violadas y ahora yacen inertes bajo tierra, ¿con qué cara los hombres se victimizan ante la existencia del polémico término?
Por Eliseo Báez (17 años)