No hubo sorpresas. Todo fue previsible y eso acentúa el temor de que en el 2023 nada cambie. Peña, con su arrogancia de marca, promete un país utópico. Alegre no tuvo rivales, pero cedió en su discurso antimafia, pues tuvo que fotografiarse con mafiositos propios. Todo igual.
Si todo se desarrolla con normalidad como se espera, y probablemente así será dado el ya tradicional buen comportamiento cívico de la sociedad paraguaya en jornadas comiciales, esta noche estarán definidos los candidatos a presidente y vicepresidente de la República, a senadores y diputados, a gobernadores y miembros de juntas departamentales que competirán en las próximas elecciones generales del 30 de abril. Los ciudadanos tienen una doble responsabilidad. El país necesita, primero, que los que voten en estas internas sean muy cuidadosos a la hora de decidir quiénes los representarán a través de los grupos políticos de su preferencia. Segundo, que todos los electores se tomen el trabajo en los próximos meses de conocer a los contendientes que surjan hoy de las urnas, informarse sobre su trayectoria y su reputación, observar su pensamiento, su conducta y su coherencia, para tratar de impedir que los traidores de la confianza popular vuelvan a burlarse de la Patria.
La venta de votos, durante los comicios electorales, lastimosamente es una realidad, tal vez por eso tenemos tantos políticos corruptos que, una vez que llegan al poder, se olvidan de sus promesas electorales y solo se preocupan de llenar sus arcas personales, y eso se refleja en el abandono de las comunidades.
Cuando anunciaron que la oposición iba a conformar una Concertación Nacional me entusiasmé. Estoy convencido de que la alternancia política y también la partidaria nos regala una mejor democracia para el país, una que, con sus imperfecciones, al menos nos enseña con el paso del tiempo.
El efecto se produce casi como en el cuento de la Cenicienta en el que a la medianoche la carroza se transforma en calabazas.
“Hacer campaña electoral fuera del plazo establecido constituye un delito electoral”, Christian Ruiz Díaz, director de finanaciamiento poítico del TSJE.