No pasa un día sin que la prensa nos traiga noticias sobre los abusos y hasta crímenes violentos de que son objetos menores de edad. Se trata de casos patéticos de los reiterados abominables hechos perpetrados contra los mismos, una dolorosa realidad que debe ser abordada con medidas preventivas y represivas, aplicadas con todo rigor. Existen suficientes organismos para prevenir este vil atropello a la integridad física y moral, así como para atender a los menores que lo padecen. Empero, nada indica que este horrendo fenómeno esté menguando, sino todo lo contrario, por lo que es de esperar que los mismos cumplan con su deber y aborden con firmeza y premura la cuestión. Para eso están. No hay tiempo que perder.