En el primer semestre de 2025, la tasa de participación promedio regional alcanzó 63,3%, la tasa de ocupación llegó a 59,6% y la tasa de desocupación se ubicó en 5,8%. Si esta evolución se mantiene hasta el cierre del año, la desocupación se situaría casi 3 puntos porcentuales por debajo de los niveles de 2019, lo que implicaría el valor más bajo del periodo analizado.
Estas mejoras acompañan parcialmente el contexto macroeconómico: la región experimentó una recuperación pospandemia más rápida de lo previsto, impulsada por la rápida implementación de políticas destinadas a mitigar los impactos económicos, laborales y sociales de la crisis sanitaria.
Incluso con la desaceleración del crecimiento económico reciente, los indicadores laborales han continuado avanzando, aunque de forma moderada.
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Los datos del mercado laboral en la región muestran variaciones relevantes entre el primer semestre de 2024 y el mismo periodo de 2025, con Paraguay ubicado en una posición intermedia, aunque con una mejora más marcada que el promedio regional.
De acuerdo con las cifras comparadas, Paraguay registra una tasa de desocupación de 6,7% en 2024 y disminuye a 5,2% en 2025, superando la caída del promedio regional, que pasa de 6,4% a 5,8% en igual lapso.
Al observar el desempeño frente a otros países, Paraguay se sitúa en un punto medio dentro del espectro regional. Por un lado, Bolivia (2,9% y 3,0%) y México (2,6% y 2,6%) mantienen las tasas más bajas, con variaciones acotadas. Por otro lado, Colombia continúa entre las cifras más altas, pese a una baja relevante desde 11,1% en 2024 hasta 9,4% en 2025.
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Frente a estos extremos, Paraguay aparece como una economía que, aunque aún distante de los niveles más reducidos, mejora con mayor intensidad que los países con tasas altas.
Dentro del Mercosur ampliado, el comportamiento también varía. Argentina presenta tasas elevadas -7,6% y 7,7%-, mientras Brasil permanece ligeramente por encima del promedio regional, con 7,4% en 2024 y 6,4% en 2025. Uruguay, por su parte, sigue entre los países con mayor desocupación, aunque desciende de 8,6% a 7,8%.
En líneas generales, la OIT advierte que los avances conviven con desafíos estructurales que persisten desde hace más de una década. El deterioro observado antes de la pandemia en variables como la ocupación y la desocupación, junto con la estabilidad de los últimos años, muestra que, cinco años después de la crisis por covid-19, la región mantiene los mismos retos profundizados desde la segunda década del siglo.
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El escenario se vuelve más complejo ante un contexto global caracterizado por elevada incertidumbre, un crecimiento económico regional limitado -con tasas apenas superiores al 2%- y una aceleración simultánea de transformaciones digitales y demográficas. Tales cambios pueden crear oportunidades en nuevos sectores, pero también generar efectos adversos si no se acompañan de políticas adecuadas.
Sobre el mismo punto, la Declaración de Punta Cana, citada en el Informe Panorama Laboral 2025 de la OIT, enfatiza la necesidad de promover mercados laborales más inclusivos y resilientes, impulsar ecosistemas de innovación y elevar la productividad sistémica para avanzar hacia un desarrollo inclusivo con trabajo decente en América Latina y el Caribe.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones.