Exdiplomáticos sobre el Acuerdo UE-Mercosur: “¡Ya es suficiente!”

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva (c), habla durante la Sesión Plenaria de la Cúpula de Jefes de Estado de los Estados Partes de Mercosur y de los Estados Asociados este sábado, en Foz de Iguazú (Brasil).Juan Pablo Pino

Treinta años después del Acuerdo Marco de Madrid, la Unión Europea sigue sin decidir si quiere —o puede— ser un socio estratégico creíble para el Mercosur. Tres voces con experiencia directa en este tema, el exembajador Jorio Dauster (Brasil), el exviceministro de RREE Manuel María Cáceres (Paraguay) y el exvicecanciller Guillermo Valles Galmés (Uruguay) se unieron en esta nota para exclamar un “¡Ya es suficiente!”.

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Hace treinta años, en la Cumbre de Madrid de 1995, la Comunidad Europea y el Mercado Común del Sur (Mercosur) firmaban el Acuerdo Marco Interregional de Cooperación, inaugurando una ambición inédita: construir una asociación estratégica birregional basada en el comercio, el diálogo político y la cooperación. Con gran pompa y profunda convicción, todos los Jefes de Estado acompañaron la ceremonia. Nosotros también estuvimos allí y trabajamos en Bruselas en los años siguientes.

Europa representaba entonces cerca del 30 % del Producto Interno Bruto (PIB) mundial y se proyectaba como socio global. Hoy su peso se ha reducido a alrededor del 14 %. El Mercosur veía en ese vínculo una vía de inserción estable y previsible en la economía internacional.

Pero no es solo que el mercado europeo sea hoy más pequeño. El veto franco-italiano no solo frustra aquella promesa original de asociación: la vacía de contenido. Señalamos explícitamente a estos dos países porque estuvieron presentes en Madrid. No son socios nuevos ni actores marginales: fueron testigos y protagonistas de un compromiso que hoy se frustra por su responsabilidad directa.

Lo ocurrido no puede explicarse por dificultades técnicas ni por supuestas incompatibilidades estructurales. Los textos fueron negociados, revisados y cerrados. Los compromisos estuvieron sobre la mesa.

Mercosur incluso cedió

El Mercosur aceptó incluso reducir drásticamente su acceso al mercado europeo: el cupo para carne vacuna quedó limitado a unas ínfimas 90.000 toneladas anuales (peso carcasa). ¡El equivalente a una hamburguesa por persona por año! Y aún así se argumenta que la identidad cultural de la agricultura francesa estaría en peligro. No es cierto. Lo que falló fue la política. Y, en particular, la política europea.

Como advierte el brillante Informe Draghi de diciembre pasado, el problema europeo es la incapacidad de decidir. Una Comisión que anuncia y Estados miembros que vetan conforman una Unión que regula en exceso, coordina poco y ejecuta mal. En ese contexto, ningún socio externo puede tomar en serio compromisos que Europa no logra sostener ni siquiera internamente.

El propio comisario europeo de Comercio, Maroš Šefcovic, admitía hace pocos días en el Financial Times que el acuerdo con el Mercosur es una cuestión de “credibilidad y previsibilidad” para la Unión Europea y que requiere una “decisión estratégica”.

El problema es que esa decisión nunca llega. Cuando la Comisión reconoce lo que está en juego y los Estados miembros siguen bloqueando, la falta de credibilidad deja de ser un riesgo futuro para convertirse en un hecho del presente. Como la triste realidad actual.

La Unión Europea pasó de presentarse como defensora del libre comercio basado en reglas a refugiarse en una lógica defensiva, dominada por presiones internas y una creciente incoherencia entre discurso y acción. En nombre de estándares ambientales, sociales o sanitarios, se introducen exigencias tardías y reinterpretaciones unilaterales que alteran el equilibrio pactado. Bruselas plantea estándares que ella misma no logra cumplir.

UE da un mensaje preocupante

El mensaje es preocupante. En un mundo marcado por la fragmentación y la competencia geopolítica, la Unión Europea renuncia a consolidar una alianza natural con una región afín en valores e historia. Peor aún: erosiona su credibilidad como actor capaz de cerrar acuerdos complejos y honrar negociaciones prolongadas.

Paciencia sí, pero no indefinidamente

Los países del Mercosur pueden mantener su paciencia estratégica, pero no indefinidamente. Deben considerar los costos de oportunidad y mirar con mayor decisión hacia el Asia-Pacífico. Para Europa, los costos son aún mayores: su incapacidad de transformar treinta años de diálogo en un acuerdo efectivo debilita la idea misma de asociación estratégica.

Treinta años después de Madrid, la pregunta ya no es por qué fracasó este acuerdo, sino qué dice este fracaso sobre la voluntad europea de ejercer liderazgo internacional cuando ese liderazgo es más necesario que nunca. Es ahora o nunca.

Enough is Enough! O, para que se entienda bien, en francés: Ça suffit!

Firman estos comentarios tres voces con experiencia directa en el tema. Ellos son Jorio Dauster (Brasil), exembajador ante la Unión Europea y negociador jefe de la deuda externa brasileña. Fue presidente del Instituto Brasileño del Café y director ejecutivo de Vale do Rio Doce. Manuel María Cáceres (Paraguay), exviceministro de Relaciones Exteriores y exembajador ante la UE, EE.UU., OEA, Argentina y Brasil; ex director general paraguayo de Itaipú. Así como Guillermo Valles Galmés (Uruguay), exvicecanciller; embajador ante China, la UE, la OMC y Brasil; exdirector de Comercio de la UNCTAD.

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