El humor como forma de hacer crítica social

Este es el segundo volumen de la colección Homenaje a Helio Vera, una iniciativa de ABC Color y la editorial Servilibro.

Al referirse a “Diccionario del paraguayo estreñido” –versión muy ampliada de su original “Diccionario contrera”– el propio Helio señalaba que este libro pretendía situarse en el territorio del humor, “pero de un humor como instrumento de crítica social”.

Lo que él pretendía a través de este libro era continuar con una antigua tradición universal que tuvo en América “canales tan brillantes” como Tía Vicenta, de la Argentina, y O Pasquim, de Río de Janeiro. También recordaba Helio las modestas publicaciones humorísticas editadas algunas clandestinamente en nuestro país durante la dictadura stronista.

“Hoy podemos ejercer el humor libremente, porque el único escenario donde la transición a la democracia alcanzó niveles aceptables es la libertad de expresión”, afirmaba Helio.

Se definía a sí mismo como guaireño de nacimiento y paraguayo de segunda categoría. Él se arrogaba la condición de hombre optimista y uno de sus aforismos preferidos era el que señala que “el Paraguay aún tiene salida; todavía no se robaron el aeropuerto”.

En el prólogo del “Diccionario del paraguayo estreñido” el propio Helio había escrito que “hay quien dice que los paraguayos somos inaccesibles al sentido del humor y que la argelería parece ser nuestra segunda naturaleza”.

Algunos confunden a Helio Vera con un humorista. Él no fue humorista: usó el humor para decir cosas muy serias sin que sus aseveraciones parecieran pontificaciones solemnes. Si hay algo que él detestaba, eso era la solemnidad. Afirmaba al respecto que “el paraguayo, cuanto más mediocre, más solemne se pone”.

Helio Vera, nacido en Villarrica en 1946, fue de profesión abogado y docente de esta carrera. Sin embargo, se dedicó más al periodismo y a la literatura. Son muy recordadas sus columnas en nuestro diario, en las que con tono satírico pintaba la realidad nacional de una manera cruda pero ingeniosa.

Es considerado uno de los mejores cuentistas y ensayistas que dieron las letras en nuestro medio. En ese sentido, son dignos de destacar sus libros “Angola y otros cuentos”, “Trofeos de la guerra y otros cuentos picarescos” y “La paciencia de Celestino Leiva”.

Falleció en Asunción el 25 de marzo de 2008 cuando contaba con 62 años de edad.